El calvario de Isabel Pantoja comenzó un para ella aciago 2 mayo de 2007, cuando fue detenida en su casa de La Pera (Marbella) en el marco del 'caso Malaya', el entonces mayor caso de corrupción municipal y urbanística. La tonadillera pasó una noche en el calabozo, un mal trago según ha explicado posteriormente, y tras tomarle declaración el juez lo tuvo claro.

Ella remontaba el inicio de su caída al 2003, cuando se hizo oficial su relación con el exalcalde de Marbella Julián Muñoz. Le había conocido poco antes, cuando comenzó una se suponía prospera relación comercial con el ayuntamiento, del que llegó a ser imagen y amadrinó un avión. Entraba en el consistorio como la gran artista, vitoreada por los ciudadanos y escoltada por el alcalde y su mujer Maite Zaldívar.

Pero no contó con ésta y con su despecho por ser abandonada, que paseó por los platós de televisión. Allí dio pistas de lo que ocurría de verdad en la ciudad, y cómo su hasta entonces compañero acudía a casa con grandes cantidades de dinero en metálico, que ella supuso ganaba honradamente.

TRAMA DE BLANQUEO

Las posteriores sentencias han confirmado que no, que el dinero no era su legítimo sueldo como concejal y luego edil. Y confirmaron que las dos mujeres, de forma sucesiva, le ayudaron a introducirlo en el circuito legal. La cantante, según los fallos judiciales, poniendo su entramado de sociedades al servicio de Muñoz: viviendas, ganado…Más de un millón de euros dice el juez que blanqueó.

En todo momento debieron saber lo que ocurría, prosiguió la justicia, porque el exalcalde ya tenía encima varios procesos judiciales abiertos por corrupción. Tampoco sirvió el argumento, esgrimido por la defensa de la cantante, de que la "ceguera de amor" le impidió apreciar lo que ocurría, o de que su situación era la misma que la de la infanta Cristina. Y mientras cumple condena, sin conciertos por una temporada, aún deberá pensar en cómo reúne el millón de euros de multa que todavía le falta por abonar.