Una misteriosa carta que llegó a la comisaría de Richmond’s station, en San Francisco, en el año 2013, ha salido a la luz esta semana para reabrir uno de los grandes misterios de la mítica prisión de Alcatraz. La epístola lleva la firma de John Anglin, uno de los tres famosos presos fugados de la cárcel y que fueron dados por muertos en 1962. Sin embargo, el FBI es ahora cuando está dando verosimilitud a dicho escrito, que vendría a significar que la famosa fuga fue finalmente un éxito.

«Mi nombre es John Anglin. Escapé de Alcatraz en junio de 1962 junto a mi hermano Clarence y Frank Morris. Tengo 83 años y estoy en baja forma. Tengo cáncer. ¡Sí, aquella noche lo conseguimos, pero por poco!», empieza la carta obtenida por la cadena KPIX.

En el escrito se ofrece un intercambio. Por su parte, el ahora octogenario reo fugado, John Anglin, pide pagar sus cargos con una pena de prisión de menos de un año, y, a cambio, recibiría la ayuda necesaria para el tratamiento de su enfermedad. «No es una broma», matiza en el texto.

ÚLTIMO PARADERO / El autor de la carta dice haber vivido en Seattle tras la fuga y también en Dakota del Norte para acabar en Southern California, su último paradero cuando escribió la carta en 2013. Según la epístola, Frank murió en 2008 y su hermano Clarence tres años después, en el 2011. El FBI examinó entonces minuciosamente la carta para hallar muestras de huellas dactilares y restos de ADN, así como el análisis de la escritura, pero afirmaron que los resultados fueron poco concluyentes.

LA FUGA / Tras la última revisión de las celdas a las 9 de la noche, los tres reclusos utilizaron un taladro casero para ensanchar los tubos de los respiraderos de sus celdas. Acto seguido, Morris y los Anglin se deslizaron por los conductos de ventilación para llegar al techo del edificio, para después llegar con un bote hecho de chalecos salvavidas hasta el continente. Aún así, llegar a tierra firme era complicado por las fuertes corrientes existentes.

Según expertos en mareas, los presos podrían haber escapado si saltaron en el momento justo. «Únicamente entre las once de la noche y la medianoche se podrían haber acercado lo suficiente a la costa para tener oportunidad de sobrevivir», explicó Rolf Hut.

Teniendo en cuenta que saltaron a las 11.30 horas y que hubieran mantenido a flote su bote hasta Angel Island, donde se encontraron parte de sus pertenencias, podrían haber sido los únicos prisioneros en escapar de la inexpugnable cárcel. Pero si saltaron a las doce, se habrían sumergido bajo el Golden Gate para siempre.