Con botas de montaña, el mar al fondo y cargando con su bebé Wilfred, junto a su prometida Carrie Symonds y su perro Dilyn. Esa es una de las imágenes de la corta estancia del primer ministro británico, Boris Johnson, en las Higlands escocesas. El 'premier', que ya está de vuelta en Inglaterra intentando que la vuelta a las escuelas no sea un descalabro, tuvo que recortar su escapada escocesa porque la prensa sensacionalista dio con su paredero.

En otras imágenes se veía a Johnson mientras hacía algo de senderismo con su bebé, paseando por la playa con su perro y charlando con unos vecinos. Pero no todo ha resultado tan apacible en la apartada península de Applecross, donde además instaló una tienda de campaña e hizo una fogata.

Johnson, de 56 años y que ha vivido en sus propias carnes en azote del covid-19, y su pareja, la periodista Carrie Symonds, de 32, dejaron por unos días las comodidades de Downing Street para disfrutar de otros aires, pero la elección no les ha ido bien. La pareja fue acusada ante los tabloides por el granjero Kenny Cameron de colocar la tienda y encender una hoguera en su terreno, que habría confundido como parte de la propiedad de la cabaña, sin su permiso. "El señor Johnson debe liderar el país y, sin embargo, no está dando un gran ejemplo", dijo Cameron en la edición digital del 'Mail'. "Si la gente quiere entrar a una zona vallada, primero pide permiso, pero no me preguntaron nada. Es de buena educación preguntar", añadió el hombre que, pese a ello, se mostró complacido de que la pareja eligiera las Highlands. Es bueno que el primer ministro haya venido aquí con su familia. Esta zona es muy remota, hay mucha paz y tranquilidad".