Un par de horas antes de que Desigual presentara ayer su colección primavera-verano 2015 en la semana de la moda de Nueva York, Nadja, una modelo francesa de piel caoba, explicaba entre una nube de brochas, cepillos y coloridas uñas postizas las características que más le gustan de la firma catalana, para la que desfilaba por segunda vez. «Es ropa colorida, que te hace sonreír y te deja ser tú misma y esta colección, además, está llena de flores, y las flores son felicidad".

Sus palabras definían a la perfección la mayoría de las 57 piezas nacidas de la colaboración de Desigual con Christian Lacroix que desfilaron por la pasarela en el Lincoln Theater, una colección agrupada bajo el eslógan Say something nice (Di algo agradable) y que Manel Jadraque, director general de la casa, definió como happy folk. «Felices es lo que somos, con gráficos y colores intensos y luminosos, y el folk esta vez es una mezcla de gráficos étnicos, orientales y latínoamericanos», explicó en el backstage, donde habló también de una colección «más sutil, más cómoda y más sofisticada».

Ante la mirada de invitadas como Rosario Dawson, Olivia Palermo, Poppy Delevingne, Alejandra Rojas y Vega Arroyo-Villanova y con la brasileña Adriana Lima como maniquí estrella, el desfile volvió a ser una de las desenfadas ocasiones a las que acostumbra Desigual. Hubo algunos blancos y negros, algunos patrones y materiales rígidos y estampados geométricos serenos pero ante todo dominó una explosión de tejidos vaporosos y diseños en algunos casos casi playeros. Se palpaban en algunos modelos los homenajes a Oriente pero, sobre todo, se convirtió la pasarela en una selva tropical donde brillaron especialmente los verdes, amarillos, rojos y azules, flores no solo estampadas en los tejidos sino colocadas a modo de diadema para coronar a las modelos.