No es influencer quien quiere, sino quien puede. Y si no, que se lo digan a Evan Spiegel, gran patrón de la aplicación Snapchat, a quien una bromita a costa de Rihanna le ha salido muy cara. El hombre permitió la inserción en Snapchat de un comentario supuestamente gracioso en el que se daba a elegir al respetable a quién prefería abofetear, a Rihanna o a su exnovio Chris Brown, que la maltrataba. Comprensiblemente ofendida, la cantante solicitó a sus 61 millones de seguidores que se dieran de baja de Snapchat y la compañía se encontró de repente con que sus acciones habían caído un 4%, el equivalente a unos 800 millones de dólares. Y llovía sobre mojado: el pasado mes de febrero, Kylie Jenner, una celebrity del universo Kardashian e hija de ese hombre disfrazado de mujer que atiende por Caitlyn Jenner, hizo unos comentarios despectivos sobre Snapchat y sus 25 millones de followers le costaron al señor Siegel 1.300 millones de pavos. Lo dicho, no es influencer quien quiere, sino quien puede.

Aunque la infancia de Robyn Rihanna Fenty (Barbados, 1988) se vio un tanto amargada por la presencia de un padre dado al alcohol y la cocaína, las cosas le han ido de maravilla desde muy joven. Descubierta en el 2003 por el productor norteamericano Evan Rogers, grabó su primer disco, Music of the sun, en el 2005. Al año siguiente llegó A girl like me. No pasaron del todo desapercibidos, pero Rihanna tuvo que esperar al tercero, Good girl gone bad (2007) para convertirse en una estrella internacional: ese año fue imposible no escuchar, aunque te diese cien patadas, su canción Umbrella, que sonaba en todas partes y a todas horas. A partir de ahí, la carrera de Rihanna pegó el subidón definitivo, hasta colocarla en el importante puesto que ocupa en la actualidad, cuando es una de las artistas que más discos vende (en una época en la que nadie menor de 50 años compra un disco) y, sobre todo, más descargas legales -de las que dan dinerito- acumula. Y todo ello con un material que no se adscribe a ningún género en concreto y picotea de aquí y de allá, que es la manera moderna de triunfar en el mundo de la música. ¿Canta bien? Pues sí, y su voz, por el mismo precio, resulta de lo más sensual. Consciente de ello, Rihanna ha hecho de su imagen su principal baza, retratándose constantemente en diferentes grados de semi desnudez -de hecho, nadie la ha visto completamente vestida jamás, o esa impresión tengo- y ejerciendo de sex symbol 24 horas al día.

Madonna, su referente

No es de extrañar si tenemos en cuenta que su principal referente es Madonna, la reina del picoteo y del recorta y pega, de la nada envuelta en arreglos moderniquis y escenificada de manera espectacular. Yo diría que la alumna más aplicada de Madonna es Lady Gaga: les pierde la estética, el erotismo de baja estofa y la vacuidad musical. Pero Rihanna se reivindica como aprendiza de Madonna y de cosas mucho peores: Celine Dion, Mariah Carey y Whitney Houston. Ahí queda eso. Como muestra de eclecticismo, añadamos que la de Barbados también se declara fan de Bob Marley.

Digamos en su beneficio que no solo se gasta en caprichitos todo el dinero que gana: en el 2006 creó la fundación Believe, dedicada a los niños con enfermedades terminales, lo cual dice mucho en su favor. No puede afirmarse lo mismo de su relación con el audiovisual: se estrenó con el largometraje Battlefield (inspirado en el juego de mesa conocido en España como Hundir la flota), con el que obtuvo el prestigioso premio Golden Raspberry a la peor actriz secundaria; heredó el papel de Janet Leigh en la serie de televisión Bates Motel; y su participación en el Valerian de Luc Besson no pudo impedir que la adaptación del cómic de Pierre Christin y Jean-Claude Mézières fracasara en todo el planeta. Ahora se dispone a trabajar en Ocean’s 8, versión femenina de Ocean’s 11, la exitosa serie cinematográfica sobre una banda de atracadores que puso en marcha Steven Soderbergh inspirándose en la vieja película del clan Sinatra La cuadrilla de los once. A ver qué tal le sale la jugada.

De todos modos, Rihanna no necesita el cine ni la televisión para mantener el estrellato. Su álbum del 2016 Anti cosechó un éxito esplendoroso y tenemos diva para rato. La era que inició Madonna goza de excelente salud (el rock cada día pinta menos). Y aún hay optimistas que consideran a Rihanna y demás sendas muestras de empoderamiento femenino. Si es que el que no se conforma es porque no quiere.