Después de cuatro años, Roger Federer ha regresado a la tierra batida de Roland Garros y lo ha hecho con una cómoda victoria, el domingo pasado en París. Y, como siempre, ha ido acompañado de su mujer, Mirka Vavrinec, de 41 años, de quien ha hablado en una entrevista para Le Figaro con motivo de su décimo aniversario de boda.

Federer, de 37 años, y Vavrinec, de 41, se conocieron durante los Juegos Olímpicos de Sídney, en el 2000, donde ambos competían. La diferencia de edad entre ambos, ella tres años mayor que él, no solo no supuso ningún problema, sino que Federer siempre ha alabado la madurez que esto aporta a la relación. «Como todas las novias al principio de la relación, hacen que madures más rápido, y ella tenía tres años más que yo. Sabemos que un chico de 18 años y una chica de 18 no son lo mismo, los hombres maduramos más tarde», admite el jugador, que trabaja conjuntamente con su mujer, ya que ella se encarga de las cuestiones que tienen que ver con su imagen.

El tenista, que asegura que su prioridad no es su trabajo, sino su mujer y sus hijos, describe a su mujer como una persona «estricta pero muy profesional» y añade: «Ella siempre estuvo ahí para mí. En mi vida, es muy importante y he aprendido mucho de ella», asegura el tenista dejando claro que está muy enamorado y que cree que gran parte de su éxito se debe a su mujer: «Me ayudó en todo lo que pudo y, sin eso, nada hubiera sido tan fácil para mí», afirma el suizo.

CUATRO HIJOS / Durante la entrevista, el jugador ha hablado también de sus cuatro hijos, las gemelas Myla y Charlene, de 8 años, y los gemelos, Leo y Lenny, de 3 años. «Es un sueño tener una relación así, especialmente con cuatro niños», asegura Federer. Y aunque todavía son pequeños, a la pregunta de si decidirán seguir los pasos de sus padres en el deporte, el jugador lo que sí que tiene claro es que apoyará a sus hijos en el futuro profesional que decidan: «Para lo que quieran elegir, allí estaremos apoyándoles. Sería interesante porque mi esposa y yo sabemos sobre deportes, pero no los empujamos en esa dirección. Les damos la oportunidad, pero no es una prioridad. Lo importante para nosotros es que sean buenos ciudadanos, buenas personas», concluye el tenista suizo, con 20 títulos individuales en torneos de Grand Slam.