Actualmente vivimos obsesionados con la ideal del éxito. Escuchamos expresiones relacionadas a diario y creemos que existe una única concepción de ello. De hecho, esa concepción parece marcada a nivel social de forma imperativa. Quien no lo alcanza, no llegará a encontrar la felicidad ni se podrá desarrollar de forma plena. Algunos pocos llegan a conseguirlo, pero no siempre obtienen la autorrealización que esperaban. La insatisfacción se debe a que, al tenerlo, pueden ver que esos deseos no eran propios, que no iban alineados con lo que son ellos mismos, y se debe a una definición de objetivos basada en lo que buscan los demás, pero no a nivel individual.

A nivel social, configuramos el éxito en función de poseer un nivel socioeconómico alto y un puesto elevado en la empresa. De hecho, los millennials, en la concepción del éxito van introduciendo el alcanzar un gran número de seguidores en redes sociales y poder vivir de ellas. Todo se resumiría en dinero, influencia y poder.

PREMISA DE ÉXITO

La concepción que tenemos como sociedad sobre qué es el éxito se basa en estereotipos que incluyen un buen aspecto físico, un estilo de vida sofisticado y una posición económica acomodada. Esta concepción puede variar ligeramente según los roles de género, pero se asienta sobre esos pilares. Por eso, aunque sea una concepción social, no implica que cada uno puedo ni alanzarlo ni obtener satisfacción en ello. Es aquí donde debe existir un acto de reflexión, donde cada uno sepa apoyarse en sus valores, fortalezas y necesidades reales para saber qué necesita para ser feliz.

Para poder definir qué es para nosotros el éxito, podemos empezar por cuatro premisas necesarias:

DEFINE TU ÉXITO

El emprendedor Víctor Martín cierra las entrevistas siempre con la misma pregunta: ¿"Qué es para ti el éxito?" Una pregunta que a priori podría ser respondida con el estereotipo occidental pero que, sin embargo, sus entrevistados, aquello que han triunfado en diferentes sectores, no lo hacen. Hablan de más tiempo para estar con la familia, de poder viajar o de autorrealización, siempre en concordancia con sus propios valores. Estas personas han sabido encontrar su propia definición, individualizarla y poder llegar hasta ella. Un primer paso indispensable si queremos empezar a movernos hacia la felicidad y el bienestar.

¿CÓMO PODEMOS BUSCAR NUESTRA PROPIA DEFINICIÓN DE ÉXITO?

1. Perspectiva de futuro

Si nos planteamos a corto o medio plazo dónde queremos estar, normalmente es algo que tenemos claro. Puede ser en la misma empresa, tal vez en otro puesto, pero no ha habido un cambio sustancial. Sin embargo, si aumentamos la perspectiva y nos vamos al futuro, la cosa cambia. Podemos imaginar el lugar exacto en el que nos gustaría vernos. Ampliando la visión, viendo los logros que podemos tener o la situación familiar, podemos empezar a dibujar la definición de éxito.

2. Fortalezas personales

Qué se me da bien? Con qué disfruto trabajando? Son ese tipo de actividades donde no nos importa dedicar horas, con las que disfrutamos y en las que se nos pasa el tiempo volando. Fortalezas como la creatividad, el altruismo o el sentido de justicia nos apoyarán a saber hacia dónde nos debemos mover.

3. Valores

Los valores son esas normas que tenemos interiorizadas, que se basan en nuestra educación pero que tienen un toque personal. Es nuestra brújula y puede verse interferida por lo que los demás quieren o esperan de nosotros. Se trata de poner el foco en nuestro interior y ser fieles a nosotros mismos.

4. Propósito

Se trata de encontrar qué podemos aportar a los demás, a nuestro círculo íntimo o al más externo y qué meta vital tenemos. Podemos orientarnos a causas sociales o medioambientales y guiaremos siempre con el propósito nuestros pasos.

La imagen de éxito se encuentra asociada a estereotipos y patrones culturales. Tanto el cine como la televisión o la prensa nos empujan a tener una visión sesgada de qué nos hace felices. Sin embargo, entre tanto ruido podemos buscar la forma de definir nuestro éxito para orientarnos a él.