--Lo primero que ha hecho al ver a los periodistas españoles es preguntar por el también modisto Manuel Pertegaz...

--Sí. Tenemos amistad desde hace muchos años y cada vez que le veo le recuerdo que, cuando yo era joven, fui a pedirle trabajo y consideró que no era suficientemente bueno...

--Si entonces hubiese existido un certamen como el Botón Mango, que premia a los modistos con 300.000 euros...

--Habría ido, claro. Pero no había premios de este tipo y todo era alta costura. Cuando llegué a París a finales de los 50 trabajé para Antonio Castillo haciendo diseños prˆt-à-porter, siempre derivados de la alta costura. Más tarde fui a Nueva York con la idea de que el prˆt-à-porter era el futuro de la moda.

--Y el tiempo ha demostrado que así fue...

--Pero le diré una cosa: es mucho más fácil diseñar un vestido caro que uno barato porque tienes muchos menos elementos con los que trabajar. En la alta costura dispones de telas extraordinarias...Es más difícil hacer algo impactante con menos recursos.

--¿Qué opina de los diseñadores españoles? ¿Algún nombre preferido?

--No quiero dar nombres porque he estado trabajando muchos años con ellos en mi época en Madrid. Es una pena que España no tenga un papel más importante en la moda internacional. Siempre ha tenido grandes talentos, pero recuerdo que en la época en la que trabajé en Madrid, en los 50, siempre aparecía el típico problema de los españoles: no se organizaban.

Se peleaban a la hora de enseñar las colecciones, no pensaban en trabajar en grupo: "Yo quiero desfilar en mayo", decía uno; "pues yo en junio", respondía el otro.

--Pero ahora se ha corregido bastante aquella situación.

--Sí, pero ya es tarde porque los mercados son tan grandes y están tan saturados... Presentar la moda española en Nueva York está bien, pero para crear un mercado hay que comenzar por España.

--Sus piezas son la quintaesencia de la feminidad. ¿Se está perdiendo su estilo en favor de lo andrógino?

--Nunca he tenido tanto éxito como ahora con lo que hago porque nunca en la historia ha existido una mujer con tanto control sobre su propio destino como ahora.

Cuando empecé, los vestidos caros que llevaban la mayoría de las mujeres los pagaban el marido o el amante. Hoy en día la mujer tiene poder adquisitivo. Si se vestía en Balenciaga o Pertegaz, se identificaba con esa casa. Hoy en día ya nadie es fiel a una marca. A una mujer actual, a la profesional que puede comprar esta ropa, a la que tiene dinero, le importa la proyección de su individualidad, así que lleva la falda de un diseñador y la chaqueta de otro. La moda de hoy en día es global. Por eso, cuando me preguntan por cómo va vestida la mujer española, digo que no lo sé, porque lleva marcas de otros países.

--¿Cómo se logra vestir a tanta estrella de Hollywood como usted?

--Simplemente porque les gusta lo que hago y lo escogen. Pero en los años 40, 50 y 60, las estrellas de Hollywood influían mucho más en la moda. Hoy en día...

--No me dirá que no influyen...

--Sí, claro. Cuando ves a alguien como Penélope Cruz con un traje tuyo tiene impacto, pero la mujer independiente decide por sí misma.

--Como las dos mujeres de moda: Michelle Obama y Carla Bruni...

--Creo que ambas, primeras damas, pueden hacer una gran labor ayudando a la industria de la moda de EEUU y Francia con su presencia tan extraordinaria. Lo mismo la princesa Letizia y las infantas.

Toda primera dama que vaya bien vestida puede ayudar mucho a la moda de su país. Solo lamento que un periodista destacara un día la crítica que hice a Michelle cuando dije que no me parecía bien que llevara un suéter para visitar a la reina de Inglaterra.

--¿Cómo vive la crisis?

--Como si fuera un momento de oportunidades. En tiempos así hay que hacer un inmenso esfuerzo para sostener lo que tienes y crecer. Es una gran oportunidad para que aparezca el talento y desaparezca la gente que hace cosas que no debería.

--Le debe de afectar poco, porque hasta se plantea abrir en Barcelona.

--La ciudad me ha maravillado. Cuando vine en los años 50 vivía de espaldas al mar, y hoy es un puerto extraordinario. Quizá me equivoque, pero tiene una energía que no hay en otras ciudades europeas. Hay que felicitar a los barceloneses.