Salvador Dalí ha perdido una parte de su memoria. El fotógrafo Robert Descharnes, que colaboró durante más de 40 años con el pintor, falleció el sábado pasado, 15 de febrero, a los 88 años en el departamento de Indre-et-Loire, en el centro de Francia. Descharnes conoció al genio ampurdanés durante un viaje en barco a EEUU cuando apenas contaba 24 años y desde entonces manuvo una estrecha relación con él y con su esposa Gala, que se prolongó hasta la muerte del artista.

Fruto de esa colaboración, Descharnes acumuló más de 60.000 negativos en los que retrató la vida cotidiana y las excentricidades de Dalí, así como numerosos manuscritos y archivos sonoros y cinematográficos del artista, de cuya obra acabó convirtiéndose en un especialista. Ese conocimiento le llevó a escribir varios libros e incluso se convirtió en una de las voces autorizadas a las que acudían la policía y la justicia a la hora de autentificar sus obras.

Además de su fotógrafo, Descharnes fue el último secretario personal del artista -dicen que fue él quien los sacó de la habitación en llamas de Torre Galatea- y a mediado de los años 90 mantuvo un duro enfrentamiento con el Estado español por la explotación de los derechos de imagen de la obra de Dalí, que gestionó durante una década gracias a un contrato firmado por el pintor.

El Ministerio de Cultura, basándose en que el Estado era el heredero universal de Dalí, le desposeyó de los derechos para cedérselos a la Fundació Gala-Salvador Dalí con el fin de que los empleara para conservara el legado daliniano.

Aquel episodio derivó en una batalla judicial en la que Descharnes incluso fue condenado a pagar 186.000 euros a la fundación, que acabó ganando ese contencioso. El último secretario de Dalí también encabezó una recogida de firmas para que el genio ampurdanés fuera enterrado en el castillo de Púbol junto a Gala, en lugar del Teatre-Museu de Figueres, ya que cuestionaba que esa hubiera sido realmente su última voluntad, tal y como aseguraba el entonces alcalde de Figueres Marià Lorca.

Tubos con ADN

En el 2007, cuando se cumplían dos décadas de la muerte del artista, Descharnes llevó a cabo una exposición fotográfica en el Museu de Cadaqués, en la que exhibió una pequeña parte de su colección personal. "Mis fotografías aportan un riguroso testimonio histórico para futuros investigadores sobre este puntal del surrealismo y sobre su arte", explicaba en el catálogo de la muestra, en el que subrayaba que, aunque Dalí es un artista universal, su obra no puede ser del todo entendida sin el referente geográfico de Cadaqués y el Cap de Creus.

En la presentación de aquella muestra, Descharnes explicó a este diario que conservaba los tubos por los que Dalí fue alimentado (por vía nasal) en los últimos días de su vida. "Lo hice para conservar muestras de ADN. Los he llevado a EEUU para que los científicos obtengan el mapa genético de Dalí y para que se puedan comparar con los de otros genios, como Leonardo da Vinci", afirmó el fotógrafo, en un delirio surrealista propio del genial pintor.