La actriz Daryl Hannah, mítica sirena de Un, dos, tres… Splash, fascinante replicante en Blade Runner y asesina con parche del díptico Kill Bill, dice que su primer largometraje como directora, Paradox, no es una «verdadera película en el sentido normal». Lo dice porque la hizo sin equipo, sin presupuesto, sin apenas guion (solo diez páginas), durante tres alegres días antes de un concierto del músico Neil Young y su banda Promise Of The Real en el festival Desert Trip, en Indio (California). El grupo se presentó en el lugar unos días antes para acostumbrarse a la altitud y no quedarse sin resuello una vez subido al escenario. Tiempo aprovechado por Hannah para rodar Paradox, extraña mezcla de wéstern y película de concierto que acaba de estrenarse en el canal de pago Netflix.

En la película, el compositor y músico canadiense (Harvest, After the Gold Rush) interpreta al Hombre del Sombrero Negro, misterioso líder de una banda de forajidos que trabaja para una tribu de mujeres. En este futuro indeterminado, las mujeres cosechan la tierra y cuidan de la chavalada, mientras que los hombres buscan tecnología obsoleta que poder canjear con ellas por comida. Mujeres y hombres solo cruzan sus caminos a intervalos, solo cuando las primeras quieren.

AMOR RUIDOSO/ Pero, a pesar de todo, el filme de Hannah tiene algo de historia de amor. Hay frases tan resonantes como «el amor es como un pedo: si has de forzarlo, debe ser mierda». Y se palpa el afecto de la directora por sus sujetos, en particular Young, al que llega a enmarcar en una luna llena. De hecho, la demostración de afecto llega a ser literal: cerca del final del filme se puede ver a Young y Hannah dándose un beso encantador. Hay química entre los dos. Hay motivo.

Paradox es algo así como la culminación artística y la definitiva presentación en sociedad (vía Netflix, nada menos) de la pareja Neil Young-Daryl Hannah, a la que se ha venido avistando desde principios del año 2014. La pareja se conoció durante el rodaje de un documental sobre la oenegé Greenpeace y se hicieron inseparables, en parte por su compartido activismo ecológico.

La prensa rosa se centró irremediablemente en ellos (fotos en la Riviera francesa, fotos de los dos camino de sitios), sobre todo porque el romance incluía una seria ruptura: el divorcio de Young de Pegi, la que fue su mujer durante 46 años. «Nosotros no prestamos ninguna atención a todo eso», dijo hace poco Young en una entrevista condedida al portal Yahoo! hace unas semanas «No importa. No nos importa una mierda. No nos importa, porque no saben de lo que están hablando» declaró rotundo el rockero.

PILATES Y PISCINA/ Incluso David Crosby, antiguo compañero de banda de Young en Crosby, Stills, Nash & Young, creyó saber de lo que estaba hablando y se atrevió a tildar a Hannah de «depredadora venenosa», para después retirar sus palabras cautelosamente: «Yo estoy mucho más jodido que esa chica. ¿Dónde voy criticándola? Hace feliz a Neil. Adoro a Neil y quiero que sea feliz».

Y no solo la actriz hace feliz a Neil: al parecer, también lo hace más sano y activo. En la entrevista concedida Yahoo!, Young, de 71 años de edad, asegura seguir el «régimen físico» de Hannah (57). Hacen pilates dos o tres veces a la semana y siguen rutinas en la piscina, a veces con pesas. Es decir, si eres uno de esos críticos que piensa dejar (o ya ha dejado) Paradox por los suelos, piensa si serías capaz de decirle lo mismo a la cara a Hannah y a este Young en la mejor forma.