Ha dicho adiós a la alta costura tras medio siglo sacudiendo los códigos estéticos y sociales a base de una creatividad tan desbordante como su humor. A sus 67 años, puede que Jean Paul Gautier ya no sea el enfant terrible de la moda francesa pero mantiene intacto el espíritu atrevido que llevó a las pasarelas modelos heterodoxos y mensajes de tolerancia con la diferencia.

El modisto ha presentado este miércoles en el teatro Châtelet de la capital francesa su última colección primavera-verano 2020 en un escenario en forma de cruz que se llenó a un ritmo vibrante de todos sus clásicos. Gaultier ha vuelto a demostrar que no es necesario ser rubia, delgada y joven para enfundarse esa camiseta unisex de marinero que lo ha hecho célebre. Ni renunciar a una falda si eres hombre. En el teatro parisino ha hecho lo que ha hecho durante toda su carrera: mezclar telas, géneros, sexos, épocas y continentes y la insolencia del punk con el glamur.

El espectáculo arrancó en un escenario iluminado en forma de cruz que inauguró la voz del cantante Boy Georges precedido por un himno nupcial. Luego, todo se oscureció y el público vio un funeral de aires barrocos y a la primera modelo salir de un ataúd. Quizás una metáfora del fin de una época y el inicio de los nuevos proyectos que ha prometido el modisto.

Hubo corsés en diferentes variantes -para ellos y para ellas-; ropa de camuflaje, zapatos de tacones imposibles y miriñaques, muchos miriñaques. También vestidos ceñidos, negros y elegantes, trajes sastre, plumas, un torero con zapatillas de ballet o la bandera francesa convertida en un ropaje vaporoso. Desfilaron muchas de sus musas, Rossy de Palma incluida, y entre el publico también estaba la actriz Victoria Abril.

Se vieron telas africanas, matriuskas, el estilo de Frida Khalo, tocados como esponjas marinas, pantalones anchos, flecos de cowboy y artilugios indefinibles al estilo Gaultier, que saludó al final del show enfundado en un mono de obrero azul por el que asomaba su clásica camiseta marinera.

Hubo un festival de colores, desde el blanco inmaculado hasta el negro intenso pasando por los oros, tierras, rojos, verdes musgo, amarillos lima y brillos, muchos brillos.

Gaultier, que debutó con Pierre Cardin, -presente en el desfile a sus 97 años- ha dejado huella no solo en la moda sino en el cine y en la música porque ha vestido a numerosos artistas, como Madonna, que popularizó el famoso corsé de senos cónicos que se convirtió en una marca de fábrica.

El 22 de enero celebraré mis 50 años de carrera en la moda con un gran desfile-show en el teatro Châtelet. Será también mi último desfile. Pero tranquilos, Gaultier Paris sigue, con un nuevo proyecto del que soy el instigador y que se os revelará pronto, dijo Gaultier el pasado viernes, en plena Semana de la Moda Masculina.

El proyecto de Puig

A pesar de su popularidad, ni los códigos inclusivos de la casa ni la colaboración iniciada la primavera pasada con la marca de streatwear Supreme han mejorado los beneficios empresariales. Tampoco ha disparado las ventas el apoyo financiero del perfumista catalán Puig, que compró la casa francesa en 2011. Puede que la decisión de Jean Paul Gautier, que ha visto en los últimos años el lento declive de firmas amigas como la de Sonia Rykiel, vaya orientada a dejar atrás una época e inaugurar otra.

Desde su primera colección en 1976 ha cuestionado los criterios del gusto y del mal gusto. Ha chocado, ha molestado e irritado mientras se divertía borrando las pistas de un armario ambivalente e intercambiable, le dijo Pierre Cardin en el 2001 al hacerle entrega de la Legión de Honor.