Se dio a conocer con sus monólogos, pero Goyo Jiménez (Melilla, 1970) ha hecho casi de todo en el mundo del espectáculo, desde teatro clásico a programas como No le digas a mamá que trabajo en la tele, La hora de José Mota, Zapeando, El club de la comedia y Órbita Laika. Ahora se ha estrenado como presentador de concursos culturales con Código final, en La 2, un género que le apasiona, porque se considera un "friki del conocimiento". Con razón le denominan el humorista ilustrado.

Código final se suma a la extensa oferta de concursos que hay en la tele por las tardes. ¿No hay una saturación en ese horario?

También hay muchos monologuistas y cada uno hace su trabajo lo mejor que puede. Lo que no tenemos es que ofrecer lo mismo, porque, bajo la denominación de concursos, hay todo tipo de opciones de entretenimiento. Nosotros vamos al público de La 2 al que le gustan los contenidos generales de cultura e intentamos diferenciarnos también en que el entretenimiento sea más divertido, que no sea solo pregunta y respuesta, sino que fluya sobre el sentido del humor.

Por eso le habrán cogido a usted.

Sí, después de otras opciones mucho más caras [ríe].

Código final va en La 2, que ofrece también el concurso más veterano de España, Saber y ganar.

Es el concurso en mayúsculas. Es muy complicado crecer a la sombra de Saber y ganar. Pero miramos la parte positiva y nos beneficiamos del conocimiento que tiene la casa de ese concurso, porque tenemos en el equipo a gente que viene de Saber y ganar. ¡Ojalá llegáramos a la diezmilésima parte de la calidad y el éxito de ellos!

¿Se imagina tantos años en este programa como Jordi Hurtado?

Seguramente no aguantaría tanto porque soy un culo inquieto y me gusta mucho cambiar de proyecto. Enseguida me meto en fregaos nuevos. Además, lo importante es el producto en sí, por delante de personalismos.

A usted le llaman el humorista ilustrado. ¿Propone preguntas para su concurso?

Es aún peor, he detectado fallos en las preguntas. Soy muy devorador de todo tipo de cultura, de la humanística, de ciencia y tecnología... Y eso hace que disfrute el doble con este programa, tanto como profesional haciendo tele, y pasándolo bien como humorista, como porque yo también estoy compitiendo con esas preguntas. Así que trabajo muchas veces sin mirar las respuestas. Eso hace que sea un concurso que no está encorsetado, sino que está pasando de verdad, está vivo.

Por lo que me dice, es como los supertacañones del Un, dos, tres, responda otra vez.

Sí, de hecho, hablo mucho con los concursantes en el plató y fuera. No me limito a presentar, sino que soy un poco friki como ellos. Porque la gente que va a los concursos es friki del conocimiento, así que somos muy cercanos y me siento muy a gusto con ellos.

Ha acabado presentando y haciendo monólogos. Nadie diría que estudió Derecho.

Lo estudié como una carrera calmapadres. Tengo 48 años y no he dejado nunca de estudiar. De hecho, acabé en Órbita Laika porque hace 13 años me puse a estudiar ciencias por mi cuenta: biología, física...

¿Por qué le dio por ahí?

Porque si quiero hacer un espectáculo me gusta hacerlo de forma fundada. No solo para escribir el texto, sino que si tengo que improvisar, sepa de lo que estoy hablando. Lo gracioso de esto es que haces una cosa que te acaba llevando a otra: un día te pones a estudiar ciencia y al cabo de tres años estás haciendo un programa sobre ciencia. Yo no me considero ni científico ni divulgador, pero si creo que puedo aportar mi granito de arena a un proyecto… ¡que me pille sabiendo de lo que hablo!

Pues lo de estudiar Derecho le puede ayudar en un juicio, en los tiempos que corren con el humor.

Está la cosa complicada, sí. En general, toda la sociedad tiene una carencia enorme de conocimiento del derecho de las normas del juego. Esto no lleva muchas veces a debates encendidos, pero, como la mayor parte de las cosas que nos pasan, la gente habla sin el conocimiento de causa. En el caso del derecho es fundamental. Hablamos de libertad de expresión y no sabemos hasta dónde se extiende, cuáles son sus límites. Todo el mundo opina, se enciende, se enfada, hablando del derecho de un partido a hacer esto, o del Tribunal Supremo…

¿Qué opina de la polémica de la bandera que se ha montado con el sketch de Dani Mateo en El intermedio?

Lo primero que tenemos que entender todos es que no estar de acuerdo con algo no significa que la otra persona no tenga derecho a decirlo. Yo, incluso, antes de hablar de la libertad de expresión, hablaría de la necesidad de una información exacta. Porque lo primero que pasa con la polémica de Dani Mateo es que todo el mundo está opinando normalmente con referencias adquiridas, y no es la forma.

El caso se caldeó tanto que Mateo tuvo que anular alguna función teatral en Valencia.

Primero tenemos que hablar desde el conocimiento y con tranquilidad, porque que uno no esté de acuerdo con lo que hace alguien no significa que tenga derecho a insultarle. La otra persona tiene el derecho a hacer lo que le dé la gana, y si a usted no le gusta, no vaya a verlo, apague la tele, pero amenazar, bloquear y todo eso es la ley del más fuerte. El problema es que lo pasamos una vez y a la siguiente ya tenemos que pasarlo otra, y otra, y estamos metidos en esa especie de embolao terrible en el que todo se justifica. Hemos perdido el sosiego, y este es un sitio para vivir y comunicarse de forma sosegada, en el que estamos condenados a entendernos, hasta con el que peor te caiga.

Usted que es humorista y ha estudiado Derecho... ¿podría decirme dónde está el límite del humor?

Los límites en el comportamiento humano los marca la ley, y eso es lo que nos diferencia de la incivilización. El ser humano hace la ley para regular sus comportamientos. Si tenemos un problema porque el sistema legal genera descrédito entre quien tiene que juzgar, si tenemos un problema porque ahora mismo nadie cree ni en los jueces ni en los partidos ni en el sistema ni en la prensa… Tenemos un problema grave. Pero aquí quien tiene que decidir lo que es justo y lo que no, lo que es libre y lo que no, es la ley. Si alguien tiene un problema con el comportamiento de alguien, denúncielo y ya está. Pero no amenace. Utilice los canales que le ofrece el sistema y la legalidad.

Creo que tiene el proyecto de una serie en marcha.

Estoy escribiéndola. Es un proyecto completo, en el que además de escribirla, la dirigiría y coprotagonizaría. Es un proyecto muy personal, que siempre he tenido ahí y ahora ha surgido la oportunidad de hacerlo. Pero no tengo prisa, cuando esté estará.

Goyo Jiménez, en el escenario de 'El club de la comedia'. / ATRESMEDIA

¿Es una comedia?

No específicamente. Preferiría que fuese una serie como la vida misma, y la vida tiene momentos de comedia y otros de menos comedia. Además, los productos no tienen que venir etiquetados.

Y sigue con sus monólogos. Ahora tiene en cartel Aiguantulivinamerica 2.

Sí, 15 años después era complicado plantearme hacer la segunda parte del espectáculo que más me ha dado a conocer, pero me apetecía. ¡Llevaba mucho tiempo sin ponerme tan nervioso en un estreno! Es un espectáculo que he llevado a Argentina, Colombia y, el próximo mes de mayo, voy a Australia y a nueva Zelanda a actuar.

Pero, a pesar de hacer este espectáculo, en el que juega con las comparaciones entre España y EEUU y haberlo llevado por medio mundo… ¿sigue sin haber pisado todavía ese país?

Sí, porque tengo un proyecto para televisión para visitar EEUU y comprobar si todas las cosas que cuento son ciertas o no. ¡Y tengo que estar cándido cuando llegue!