La decena larga de bigardos con mandíbula prieta que la acompañan desde que aterrizó en Corea del Sur subrayan la fragilidad de Kim Yo-jong. Pero su enjuto cuerpo concentra un enorme poder en uno de los países más testosterónicos del mundo y muchas de las esperanzas del deshielo. También la atención mediática.

Las portadas recogían esta semana el anuncio de que Pyongyang enviaba a los Juegos a Kim Yong Nam. No es un cualquiera: el presidente honorario ha sobrevivido a las purgas de las tres generaciones Kim y el contexto le reservaba al fin un protagonismo global.

Pero al día siguiente se anunciaba que le acompañaría la hermana y el nonagenario solo ha notado el helado desdén desde entonces. Cualquier movimiento de la hermanísima es escrutado con atención entomológica. Saludó antes de la ceremonia al presidente surcoreano, Moon Jae-in, al que podría trasladarle la invitación de su hermano para visitar Pyongyang. Otra incógnita es si se reunirá con el vicepresidente estadounidense, Mike Pence. Su llegada al sur es interpretada por los expertos como un signo de la importancia que su hermano concede a estos Juegos Olímpicos.

VISITA HISTÓRICA / Su visita, además, tiene perfil histórico. Es la primera vez que alguien con sangre de la estirpe Kim pisa el sur desde que su abuelo Kim Il-sung lo invadiera en 1950. Las fronteras quedaron selladas tres años después con el final del conflicto. Yo-jong también ejerce la atracción de lo desconocido. Su biografía, como la de su hermano mayor, es un conjunto de retales. Nació en algún momento entre 1987 y 1989 y comparte madre con él. Ko Yong Hi, la tercera y favorita esposa de Kim Jong-il, fue una bailarina nacida en Japón que formó parte de la prestigiosa Mansudae Art Troupe. Ni siquiera la diferencia de kilos oculta el parecido entre los dos hermanos. Su vida ha transcurrido en paralelo a la del dictador, desde que estudiaran en un elitista colegio internacional de Suiza hasta que fueran incluidos en enero de 2017 en la lista estadounidense de sancionados por cometer «serios abusos de derechos humanos».

Yo-jong dirige el Departamento de Propaganda y Agitación del partido y controla a los medios de comunicación. En octubre fue designada por su hermano como miembro suplente del Politburó y dicen de ella que es la única vía para aproximarse a él. Michael Madden, un reconocido norcoreólogo, explica que ejerce de asesora áulica de su hermano y gestiona todos los detalles que están relacionados con sus apariciones públicas.

NUEVA IMAGEN/ Ha lavado la cara al mohoso culto a la personalidad con técnicas occidentales que favorecen su imagen de cercanía. Ella estaría detrás de las visitas a los parques de atracciones para jóvenes o de las fotografías rodeado de campesinos o trabajadores.

También de acentuar sus semejanzas con su abuelo, el legendario fundador del país. Yo-jong comparte el núcleo más íntimo del dictador junto su esposa, Ri Sol-ju. Están en las antípodas estéticas: la camarada Ri es lo más parecido a una influencer norcoreana que ha modernizado un país en formol con sus trucos de belleza y sus minifaldas y tacones.

La hermana acompaña al dictador en sus apariciones públicas con el uniforme verde de la prensa y ayer aterrizó con un anodino vestido negro y sin maquillaje. La sangre no la protege en un ecosistema de intrigas: Kim Jong-un ha ejecutado a su tío, Jang Song-thaek, y a su hermano, Kim Jong-nam. Pero de ella hay que destacar que le salva su género: su condición de mujer impide que su hermano la perciba como una amenaza.