Tras un largo periodo de ostracismo, en parte propiciado por las restricciones sanitarias, Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa han reaparecido en la noche madrileña derrochando elegancia y saber estar.

La 'socialite' de 71 años y el escritor peruano de 84 decidieron compartir una agradable velada junto a unos amigos en un conocido restaurante madrileño, cuando ya se cumplen seis años de una relación cada vez más consolidada.

Presumiendo en todo momento de complicidad y mostrando pinceladas de cariño y afecto, la pareja expresó su satisfacción por la reciente mudanza de Tamara Falcó, que finalmente ha decidido abandonar el nido familiar y establecerse por su cuenta en un céntrico piso.

Un gesto que no ha pasado desapercibido y que ha levantado toda clase de suposiciones sobre una futura e inminente boda entre la marquesa de Griñón y su actual pareja, el diseñador industrial Iñigo Onieva.

Unas conjeturas que se vieron reforzadas cuando hace unas semanas, Tamara protagonizó una comentada anécdota en 'El hormiguero' cuando, en pleno directo, perdió un supuesto anillo de compromiso con el que estaba jugueteando.

"Eso ya son invenciones vuestras", comento la reina de corazones al ser preguntada por el presunto anillo de pedida al salir del restaurante. Por su parte, el premio Nobel, que al parecer mantiene una excelente y estrecha relación con la empresaria, 'instagramer 'y colaboradora televisiva, confirmó que a Tamara "le va muy bien y está muy contenta".

Isabel, que lució un elegante vestido midi en color rojo con manga abullonada y cinturón a juego complementado con unos' stilettos' rojos y gabardina beige, ayudó a su pareja, mucho más sobrio con su formal traje azul marino, a llegar con toda seguridad al coche que les esperaba.

Tamara Falcó e Íñigo Onieva presumen orgullosos de su amor. /EUROPA PRESS

El pisito de Tamara

Hace unos meses, la hija de Isabel Presley alquiló un piso por 3.000 euros mensuales para destinarlo a oficina profesional, según publicaron diversos medios. Pero la realidad es que Tamara se ha instalado definitivamente en el apartamento junto a Íñigo.

Es frecuente y usual verlos como cualquier otra pareja de su edad en plenas tareas domésticas como pasear el perro, ir de compras al súper, haciendo deporte por las inmediaciones de la casa o saliendo a cenar. Incluso algunas fuentes aseguran que el joven ya tiene las llaves del coquetón nidito de amor.

Y aunque Tamara, de 39 años, e Íñigo, de 31, no han decidido testificar su relación sentimental en las redes sociales colgando la testimonial foto juntos, los círculos íntimos de la pareja aseguran que ambos están felices, ilusionados y con muchos proyectos por compartir.