Barbie, la dulce Barbie. Guapa, esbelta y con cientos de profesiones. Nació en 1959 y cambió el modo de jugar de las niñas. Pero no todo es luz en la muñeca más famosa y millonaria del mundo. Su creadora se inspiró en una mujer curvilínea que se acostaba con hombres por dinero y que aparecía en una tira cómica del diario alemán Bild Zeitung, una call-girl pensada «para animar» a los hombres tras la segunda guerra mundial. El objetivo de Mattel fue convertir a «una fulana alemana de plástico en una chica estándar americana de clase media». ¿Cómo? Con esfuerzo e imaginación. Y con espionaje industrial y miserias laborales varias, según demuestra The toys that made us, documental que Netflix acaba de estrenar en España.

Barbie nació gracias al esfuerzo y el empeño de Ruth Handler, fundadora de Mattel. «Era una visionaria, pero también una delincuente de guante blanco», como la define M. G. Lord, autora de Forever Barbie. En Los Ángeles, Ruth y su marido, Elliot, formaban un dúo empresarial perfecto y raro para la época (años 30). Él era el creativo, y ella, la cabeza del negocio. Fabricar juguetes para chicos era fácil y variado: cowboys, astronautas, bomberos… Madre de un niño y una niña, Ruth miraba a sus vástagos (de nombre Ken y Bárbara) y se apenaba por su hija, que solo podía jugar con bebés de plástico y muñecas de papel a las que vestía con trajes recortables. Unas vacaciones en Suiza cambiaron su vida. Y la historia de los juguetes.

Ruth descubrió en ese país una muñeca de plástico basada en el cómic picante de Bild Zeitung, una mujer perfecta y siempre disponible para los hombres. Compró varias y se las llevó a EEUU. En Mattel habló con Jack Ryan, jefe de investigación de la empresa que había colaborado en sus años mozos en el diseño de un misil. Entre ambos crearon una copia de la «fulana de plástico alemana» -pechos incluidos- y la llamaron Barbie. La bomba acababa de estallar.

MÁQUINA DE DINERO / Nadie en Mattel quería semejante muñeca provocadora. Convencida de que las niñas deberían «soñar con crecer», Ruth siguió adelante. Enfocó sus energías en convencer a las madres de América de que sus toscas hijas podían hallar un modelo perfecto en Barbie, siempre elegante. La Barbie vestida de novia -casarse era el objetivo fundamental- fue lo que terminó de convencer a Mattel y al mundo de que estaban delante del juguete perfecto para las niñas.

Barbie y, sobre todo, sus exquisitos vestidos de quita y pon se convirtieron en una poderosa máquina de hacer dinero. Cuello alto, cintura estrechísima, manos delicadas… sus proporciones no eran humanas, pero daba igual. De hecho, el conjunto Fiesta del pijama incluía una báscula de juguete que siempre señalaba 50 kilos. También un libro titulado Cómo perder peso: no comas.

Las niñas escribieron a Mattel pidiendo un novio para su muñeca. Los jugueteros crearon a Ken. Había tres modelos: uno sin entrepierna, otro con un bulto gigante a modo de genitales y otro, de bulto medio, que fue el que al final ganó. Ken tenía trajes de doctor, astronauta y todo tipo de profesiones. Barbie también, pero no tanto como una señal de igualdad sino como un accesorio de Ken. «Yo no soñaba con cambiar el mundo. Quería mostrarlo tal cual era, y en aquella época no había mujeres médicos», admitió en una entrevista la creadora años antes de fallecer, en el 2002.

Si Ruth Handler fue la madre de Barbie, su padre fue Jack Ryan. Los dos tenían un ego descomunal y la relación terminó por pudrirse. Gracias a los derechos de autor, Ryan se convirtió en millonario y excéntrico. Vivía en una mansión, tenía un coche de bomberos e instaló un castillo en su jardín. Tenía problemas con el alcohol y las drogas. También con las mujeres (se casó cinco veces, una con Zsa Zsa Gabor). En 1974 interpuso una demanda por impago.

El proceso duró cinco años y terminó ganando, pero no volvió a crear un juguete. Tampoco a Ruth le esperaba la gloria. En 1975 fue obligada a dimitir de Mattel tras ser considerada culpable de fraude (las ventas habían caído drásticamente y falsificó la contabilidad).

En los años 80 se escribió un nuevo capítulo oscuro de la historia de la famosa muñeca. Los responsables de Mattel -con espionaje industrial de por medio- se enteraron de que Hasbro tenía en mente comercializar una muñeca estrella de rock. Mattel torpedeó a la competencia y sacó en tiempo récord a Barbie y las rockeras.

Dos décadas más tarde, otra sucia batalla judicial con MGA hizo tambalear a Barbie, considerada una aburrida abuelita al lado de las divertidas Bratz. Barbie se repuso también de esa batalla. Y de otra guerra que ha durado siempre: la polémica por su delgadez. El año pasado, Mattel sacó al mercado una línea de Barbies más gorditas y parecidas a la mujer real que llegaron a ser portada de Time. El sosito de Ken también se ha modernizado. Hasta se ha puesto moño. ¿Qué será lo siguiente?