Cuenta la leyenda que Toby Gard, diseñador de Core Design, aumentó un día el pecho de Lara Croft hasta el 150% cuando solo quería subirlo un 50%. Fue un accidente, pero tampoco trató de corregirlo, dando nacimiento así a un pretendido 'modelo a seguir femenino y fuerte' algo difícil de imitar en cuestiones anatómicas.

Los 90 eran otros tiempos, más laxos en cuanto a representación del cuerpo femenino y la mujer, y sin redes sociales para señalar excesos o contradicciones. En 1997, la segunda parte del videojuego solo agudizó las curvas de la arqueóloga. El tercero tuvo una modificación creada por fans que convertía a la antigua 'Tomb Raider' en 'Nude Raider'.

Incluso una mujer con curvas como Angelina Jolie tuvo que usar prótesis para dar la talla como Lara en las películas del 2001 y 2003, un par de espectáculos sin alma que tan solo recordarán con cariño quienes tuvieran 15 años (reales o mentales) cuando se estrenaron.

Quizá por no irritar a los 'fanboys' más estrictos, Alicia Vikander se ha prestado también a ponerse relleno para protagonizar un reinicio cinematográfico que, por otro lado, aspira a presentar a una Lara casi realista, algo menos glamurosa y más creíble en sus proezas físicas. Una transformación iniciada en el 2013 en la saga de videojuegos, cuya heroína (rediseñada a partir de los rasgos suaves de Camilla Luddington) es, últimamente, más humana, por mucho que pese a algunos.