A la vista del revuelo generado por su entrevista publicada en el diario The Independent, Liam Neeson se sentó ayer ante las cámaras del programa Good morning America para proclamar: «No soy racista». El actor afirmó al periódico que quiso matar a «un negro», al «primer cabrón» con el que cruzara una mirada que desencadenase una bronca. Que durante una semana salió a la calle de caza, armado con una barra, porque quería vengar la violación de una amiga, cometida por un negro. Ocurrió hace muchos años y su pulsión homicida no se concretó en una acción. El actor norirlandés, de 66 años, lo contó todo el lunes en una entrevista que ha causado no poca conmoción. Bien contextualizado el caso, matizó él, no cabe considerarlo como racismo.

Neeson está de promoción de una película que se titula precisamente Venganza, en la que un padre busca la justicia por su cuenta tras la muerte de un hijo. El intérprete trataba de explicar ese sentimiento y por eso relató su tremenda vivencia. «Yo le pregunté [a la amiga que fue violada]: ¿Sabes quién fue? Y ella dijo que un negro», rememoró. «Ella me decía: ‘¿Adónde vas?’, y yo le contestaba: ‘Solo voy a dar una vuelta’», agregó el actor, que en realidad iba a la calle con la intención de que «un negro cabrón» saliera de un pub y «se encarase» con él «por cualquier cosa, para poder matarlo». Calificó de «horrible» lo que hizo y aseguró que se sentía «avergonzado».

Ayer, en Good Morning America confesó también que en su día había visitado a un cura para hablar sobre el incidente y deshacerse de esos sentimientos. Justificó su reacción porque pensaba que así estaba defendiendo el honor de su amiga y daba gracias de que no hubiera habido violencia. «Crecí en los años 60, 70 y 80. Había una guerra en Irlanda del Norte y un día iba a ser asesinado un católico, al siguiente un protestante. Crecí rodeado de eso, pero yo no formaba parte de eso». «Todos pretendemos ser políticamente correctos», añadió. «Pero a veces rascas la superficie y descubres ese racismo y fanatismo», se justificó.

Y para ilustrar esa idea explicó algo que le había sorprendido cuando rodaba La lista de Schindler. «Recuerdo haber escuchado comentarios de conductores que nos llevaban al set pensado: ‘¿Estoy oyendo bien? ¿Este tipo le está haciendo comentarios contra los judíos a un tipo que interpreta a Schindler?’. Y veía esvásticas en las paredes pintadas por personas que sabían que íbamos al set». El actor ya estuvo en el ojo del huracán hace unos meses por acusar al movimiento #Metoo de ser «una pequeña cacería de brujas».