Twitter es una plataforma que permite a la gente opinar de forma instantánea y utilizarla como herramienta informativa, pero tiene un lado oscuro: no suele ser amable. El 'gamberrismo' se adueña constantemente de esta red social. Lo hace hasta el punto en que la atmósfera que rodea a los tuits se carga de odio y agresividad. El último en comprobarlo -y en claudicar ante ello- ha sido Màxim Huerta. El ya exministro de Cultura ha decidido darse de baja y acabar con el historial de declaraciones que le han llevado a dimitir de su cargo, tan solo una semana después de ser nombrado.

"Me voy para no partirme yo. Me voy para que todo el ruido de esa jauría no rompa este proyecto de Pedro Sánchez", señaló Huerta el miércoles, 13 de mayo, durante su despedida. Entonces ya se notaba en sus declaraciones un cierto descontento ante el desenlace de una situación polémica (fraude fiscal), agraviada por el aluvión de críticas recibidas en Twitter. "Me voy con la misma humildad con la que llegué aquí hace siete días -añadió-. Me voy con la abnegación de quien ama su trabajo por encima de sus dificultades".

Huerta dimitió como ministro, y dos días después lo ha hecho como usuario de Twitter. Se ha convertido en la última figura pública que piensa que su vida estará más tranquila lejos de la interacción con los tuitero, igual que lo han hecho recientemente Dulceida, Millie Bobby Brown, Javier Ambrossi, Andrés Calamaro, Matt Lucas y David Lindelof, entre otros.

El huracán de mal ambiente que se genera en Twitter es el causante de que muchos famosos declinen usar la plataforma. Otras redes sociales como Facebook o Instagram son menos neutras y permisivas con los usuarios y ofrecen a las figuras públicas un entorno más cómodo y amable. Por eso, tal como asegura la consultora de análisis de marca Personality Media, una publicación en Twitter de una de estas personalidades tiene de media 1.000 interacciones, mientras que en Instagram consigue llegar a 37.000.

El huracán de mal ambiente que se genera en Twitter provoca que muchos famosos declinen usar la plataforma

Así, Twitter se erige como una red social capaz de proporcionar ventajas como la inmediatez o el alcance global, pero que no puede evitar que se profieran todo tipo de mensajes ofensivos, la mayoría de ellos ocultos en el anonimato. Esto se percibe como una involución humana e informativa -a golpe de clic- que parece no tener freno. Un problema que, por lo pronto, parece no afectar al nuevo ministro de Cultura de España, José Guirao. El que fuera director del Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) nunca ha tenido Twitter: es un 'rara avis' que, paradójicamente, poco a poco se va volviendo más común.