Meghan Markle ha dejado claro con el nacimiento de su primer hijo que va a llevar la maternidad a su manera y que van influir más en sus decisiones sus amigas íntimas estadounidenses que la Casa Real británica. La decisión de mantener en privado los detalles del nacimiento va en esta línea. Los duques de Sussex, que aún no han decidido el nombre del bebé, han roto muchos de los protocolos como tener un parto en casa o no presentar en sociedad al recién nacido horas después de nacer como sí hicieron Kate Middleton (que ayer visitó al bebé con su marido, Guillermo) y Lady Di. Además, Enrique y Meghan anunciaron su llegada por Instagram antes de que se instalara en Buckingham Palace el tradicional caballete con el anuncio para que lo leyera el pueblo.

Otra decisión de Meghan que no gusta en palacio es que quiera una niñera estadounidense, la experta en cuidar niños Rachel Waddilove, que cobra 400 euros por día y está disponible las 24 horas por Skype. También ha fichado a la pediatra californiana Brandi Jordan (5.800 euros por sesión).