En el año 1987, Michael Caine ganó un Oscar a las órdenes de Woody Allen por su papel en Hannah y sus hermanas. Ahora el actor británico, que mañana cumple 85 años, ha descartado volver a trabajar con el director estadounidense tras recocer que las acusaciones de la hija adoptiva de Allen, Dylan Farrow, le dejaron «aturdido».

Farrow acusó a Allen de abusar sexualmente de ella cuando todavía era una niña. Unas acusaciones que el cineasta neoyorquino siempre ha negado. Pero las explicaciones de Allen no parecen haber convencido a Caine, quien asegura que no volverá a rodar a las órdenes del director.

«Soy un mecenas de la NSPCC [Sociedad Nacional para la Prevención de la Crueldad hacia los Niños] y tengo opiniones muy firmes sobre la pederastia. No puedo aceptar [la acusación], porque amaba a Woody y lo pasé muy bien con él. Incluso le presenté a Mia [Farrow]. No me arrepiento de haber trabajado con él, lo cual hice con total inocencia; pero no volvería a trabajar con él, no», afirma el declaraciones a The Guardian.

En el año 2010, Caine ya confesó al Daily Telegraph su hostilidad hacia los pederastas, llegando a hablar de pena de muerte: «Soy bastante rabioso sobre la pederastia. Si quieres volver a colgarlos, soy tu hombre. Voy a tirar de la palanca. No me hagas comentar eso. Lo odio. Lo odio». Woody Allen, por su parte, siempre se ha defendido de las acusaciones asegurando: «Nunca molesté a mi hija». «Todas las investigaciones concluyeron hace 25 años», asegura.