Así lo confesaba ayer desde la portada de Lecturas, tras someterse el pasado sábado a una doble mastectomía y la reconstrucción de sus pechos en una intervención que se prolongó por espacio de diez horas.

La colaboradora de Sálvame, de 53 años, tomó la decisión de pasar por el quirófano tras sufrir, este verano y por segunda vez, un cáncer de pecho. «Me dijo la doctora que el primer día me iba a sentir como si me hubiera pasado un AVE. No me pasó uno, me pasaron dos», reconoce desde el centro donde se encuentra ingresada y donde ha dado la exclusiva. «Cuando vea que no me voy a morir, que estoy viva y bien, y me digan que no hay riesgo de nada, estaré más tranquila», asegura.

Antes de pasar por el quirófano, la hija de Teresa Campos, explicaba: «Psicológicamente, yo no podía extirparme el pecho y luego hacerme la reconstrucción. Me parecía complicado porque soy una persona pública y el hecho de sentirme muy observada me agobiaba». Ahora reconoce que necesitará tiempo para aceptar la nueva situación.

La colaboradora, como el resto de los enfermos que han hecho frente a esta dura enfermedad, arrastran tras su diagnóstico un sentimiento de fragilidad psicológica. Una percepción de ser víctima de las circunstancias, que tan solo se superan una vez ganada la batalla contra el cáncer y tras haber dejado a un lado la medicación. En el caso de Terelu han sido 5 años tomando una «pastillita diaria», que le provoca «fuertes dolores de huesos». Era su peor temor, pero sabe que es lo único que le salva la vida y le protege ante la metástasis.