Muere John Berger y la primera duda es en qué lugar situarlo. ¿En la crítica de arte? ¿En la creación plástica? ¿En la novela? ¿En la poesía? ¿En el reporterismo? ¿En el activismo político? ¿En el guion de cine? ¿En el teatro? Porque en todas y cada una de estas facetas brilló uno de los autores más irreverentes del siglo XX, que ha fallecido a los 90 años, cumplidos el pasado noviembre. Inglés fieramente marxista, aunque no comunista, formado a la sombra de otro heterodoxo, George Orwell, hacía más de seis décadas que se había instalado en un pueblecito perdido de los Alpes franceses y en los últimos tiempos, tras el fallecimiento en el 2013 de su esposa y gran colaboradora, Beverly Bancroft -a quien le dedicó uno de sus últimos libros-, vivía en las afueras de París.

La vinculación a la tierra es posiblemente la característica esencial de su escritura, en la que se mezcla un sentimiento espiritual y telúrico que es también, y sobre todo, una mirada política a la realidad y un arma para transformarla. Buena parte de sus novelas, las excelentes 'Puerca tierra', 'Una vez en Europa' y 'Lila y Flag' (todas ellas publicadas por Alfaguara) exploran la transformación de la vida campesina a la urbana y son una declaración de amor a Europa (es de imaginar que el Brexit debió de dolerle sobremanera).

CON HENRY MOORE

Solía decir que se había exiliado en Francia y convertido por ello en un campesino más porque no soportaba los círculos políticos y culturales londinenses. Los frecuentó en los años 40 y 50, después de pelear en el ejército británico durante la segunda guerra mundial y de haber impartido clases junto a Henry Moore y sabía lo que se decía. A los 30 años colgó definitivamente los pinceles.

Cuando en 1972 ganó el Booker por 'G.', considerada su obra maestra, ofendió a todos al recoger el premio con un miembro de los Panteras Negras y declarar en público que donaba la mitad de las 5.000 libras de la dotación a la organización nacionalista y la otra mitad a las personas explotadas por la empresa McConnell, patrocinadora del galardón. Naturalmente, el escándalo fue de aúpa y hoy resulta curioso que a nadie se le ocurriera entonces que el autor de aquel libro tan comprometido no fuera a ser consecuente con su escritura.

Ese mismo año marcó también el momento de mayor visibilidad del autor, especialmente por 'Modos de ver', la serie documental de la BBC que protagonizó en la que seguía los postulados estéticos de Walter Benjamin y que acabó siendo un best seller en su formato como libro.

Su exilio francés dio mucha hondura a su trabajo, a sus escritos sobre Picasso, a los guiones que escribió para el director suizo Alain Tanner ('La salamandra' o 'Jonás que cumplirá 25 años en el año 2000') y desde su refugio se carteó intensamente con el subcomandante Marcos. En el 2009, Isabel Coixet , gran admiradora, le dedicó una instalación 'From I to J.', con la que le rendía homenaje que pudo verse en Ars Santa Mónica y en la Casa Encendida de Madrid y que hizo salir al escritor de su madriguera para enfrentarse a las preguntas de la directora.