Tom Hanks la definió una vez como "un misterio irresoluble", y quizá sea por eso que Natalie Portman resulta tan convincente en la piel de otro misterio irresoluble, Jacqueline Kennedy. Su trabajo en 'Jackie' podría proporcionarle su segundo Oscar la próxima semana, poco antes de la llegada al mundo de su segundo hijo.

¿Cómo describiría la conexión que sintió con la Jacqueline Kennedy de 'Jackie'? Me gustaría decir que sentí que tenía muchas cosas en común con ella, pero mentiría. Y no solo porque yo no soy una figura pública a la misma escala ni un icono de la misma magnitud. Creo que su fortaleza es inigualable. Me resultó muy interesante asomarme a su faceta más privada: sus crisis de fe, sus pensamientos acerca del suicidio y, sobre todo, su increíble inteligencia. Jackie entendió como nadie que quien escribe la historia es quien la acaba definiendo. La historia importa por cómo está escrita y no por cómo sucedió.

¿Cómo accedió a esa faceta privada? Básicamente nos servimos de las evidencias históricas para llevar a cabo conjeturas acerca de cuál era probablemente el estado mental de Jackie a consecuencia del suceso. Por supuesto, subrayo la palabra 'probablemente'. Siempre que tratas de recrear la vida de otro ser humano, sea quien sea, es imposible saber qué le pasó por la cabeza y por el corazón en un momento dado. Por eso yo siempre digo que la historia no es más que el mejor cuento de hadas que a alguien se le pudo ocurrir.

'Jackie' ha sido dirigida por Pablo Larraín, que no es estadounidense sino chileno. ¿Cómo ha influido ese detalle en la película? Al no ser norteamericano no siente esa especie de reverencia hacia los Kennedy que afecta a mucha gente de mi país. Se limita a tenerles respeto. Por lo demás, considero a Pablo uno de los tres mejores directores con quienes jamás he trabajado. Es capaz de ver las cosas desde una perspectiva única y, por tanto, te da ideas que a ti nunca se te habrían ocurrido. Además, es capaz como nadie de encontrar humor hasta en las escenas más sombrías, y oscuridad en los momentos cómicos.

¿Cuál diría usted que es la calidad que más claramente distingue a 'Jackie' de la típica película biográfica? Que la mayoría de ellas se limitan a santificar a su protagonista. En cambio, creo que nuestra película deja claro que ella podía ser fuerte pero también vulnerable, noble pero también muy egoísta, sensual y a la vez gélida. Y tampoco cae en el cliché del supuesto cine feminista. Muchas películas que ondean la bandera del feminismo se limitan a retratar a la mujer como alguien muy duro, pero eso no es feminista porque no permite que la mujer sea un ser humano completo.

¿Cómo explica que los personajes femeninos completos sigan siendo una excepción? Resulta inevitable, considerando que quienes producen, escriben y dirigen las películas siguen siendo mayoritariamente hombres. Ojo, me encanta ver películas de hombres. Es solo que no es normal que la presencia de las mujeres sea tan minoritaria. Por supuesto, eso mismo pasa en todos los ámbitos. Cualquier reunión de cualquier empresa en la que solo haya una mujer contribuye a perpetuar el problema.

Uno de los grandes temas de 'Jackie' es lo difícil que para una celebridad puede resultar separar el ámbito público y el privado. ¿Es difícil para usted? Hoy en día es difícil para todos. Gente que no te conoce de nada se cree con derecho a dar opiniones acerca de ti, y eso hace que nos preocupemos mucho más por el modo en que se nos percibe y por no ser malentendidos. En todo caso, en ese aspecto trato de no considerarme distinta a cualquiera. Ser famoso no significa ser excepcional. O no debería.