Dios creó a la mujer pero por lo visto a Brigitte Bardot la relegó al reino animal y, a juzgar por el testamento de 250 páginas que esta semana ha publicado en Francia la editorial Plon, el viejo icono del cine francés, de 83 años, espera que su paso por la Tierra haya servido al menos para levantar el tabú de «la humanidad animal y de la animalidad humana».

«Mi alma estará finalmente en paz», dice en el libro Larmes de combat (Lágrimas de combate) en el que narra su infancia, sus traumas de los años de rodaje, su antipatía por el género humano y otras extravagancias. BB, el acrónimo con el que la actriz es conocida en su país natal, puso fin a su fulgurante carrera cinematográfica a los 38 años.

EL COMBATE DE SU VIDA / Cansada de la futilidad del mundillo artístico, cambió los platós por la causa de la defensa animal y lo que en 1973 a muchos les pareció un simple capricho se convirtió en el gran combate de su vida. Una lucha que aún mantiene al frente de la fundación que lleva su nombre y en la que trabajan cientos de personas y miles de voluntarios. «Sin ellos me habría suicidado. Mi vida no me gustaba. Dedicarla a los animales lo cambió todo. Ellos no me han decepcionado jamás».

Los seres humanos, en cambio, siempre son un engorro. Empezando por su propio hijo, Nicolas, que llegó en mal momento. A los 17 años Bardot se quedó embarazada dos veces de su primer marido, Roger Vadim, pero abortó clandestinamente en Suiza. El segundo aborto casi le cuesta la vida, así que ningún médico quiso correr el riesgo cuando pretendió interrumpir de nuevo el embarazo al enterarse de que esperaba un bebé de su nueva pareja, Jacques Charrier.

A Bardot no le quedó más remedio que continuar adelante con «un tumor que se nutría de mí, que llevaba en mi carne tumefacta esperando solo el bendito momento de deshacerme al fin de él», según cuenta ella misma en su autobiografía de 1996 titulada Iniciales B.B. Al parecer, en los últimos años la relación con su hijo se ha normalizado a pesar de que la militante vegetariana le haya dedicado más tiempo a los bebés focas.

CONDENAS POR RACISMO / En Larmes de combat hay, además de críticas a las corridas de toros, a los zoos y a la venta de carne de caballo, anécdotas, recuerdos de sus amoríos de juventud e intentos de justificar sus frecuentes salidas de tono sobre judíos, musulmanes o inmigrantes. BB ha sido condenada cinco veces por incitación al odio racial pero ella se defiende.

«Nunca le he pedido a nadie que sea racista». En realidad, lo que le molesta es el maltrato animal en los mataderos de judíos y musulmanes, nada más. Sin embargo, ha llegado a decir que la población musulmana «destruye» Francia o que los inmigrantes clandestinos o los pordioseros «profanan y asaltan» las iglesias francesas para convertirlas en «pocilgas humanas».

«No formo parte de la especie humana. No quiero serlo. Me siento diferente, casi anormal», explica en sus memorias la sex symbol de la década de los sesenta del siglo pasado que rompió la taquilla con Y Dios creó a la mujer.

RELACIÓN CON LA VIRGEN / A sus 83 años, admite que le tiene miedo a la muerte pero que encuentra alivio en su relación personal con la Virgen. Para cuando le llegue la hora lo tiene todo pensado. No quiere que la entierren en el cementerio de Saint Tropez, donde vive, para evitar que «una horda de imbéciles estropee la tumba de sus padres y sus abuelos».

Prefiere reposar en el jardín de La Madrague, su retiro en la localidad ubicada de la costa azul para el que también tiene planes de futuro. El lugar, según sus deseos, se convertirá en un museo que se podrá visitar por dos o tres euros, fondos que irán a parar a su fundación.