Los planes de adelgazamiento basados únicamente en modificar los alimentos y restringir sus cantidades pueden fallar a medio y largo plazo. Esto se debe a que no hay un impacto directo sobre los hábitos alimenticios ni tampoco se modifica la forma de ver y relacionarse con la comida.

El mindful eating es una práctica que consiste en la alimentación consciente, como el mindfulness, que se basa en centrarse en las sensaciones físicas y emocionales que sentimos, aprender a diferenciar la saciedad o el hambre físico del emocional.

POR QUÉ ES IMPORTANTE

La relación con la comida que aparece en el sobrepeso o la obesidad, incluso en personas con un peso normal, puede estar altamente deteriorada, lo que genera un gran malestar en quien lo padece y las personas de su entorno. Cambios de humor, aislamiento, atracones o sobrecompensación que acaban haciendo que la persona tenga el foco constante en todo lo que come. Pero a través de la práctica del mindful eating, la persona puede relacionarse mejor con la alimentación.

¿Por qué es tan importante aprender a comer diferente?

Nuestra cultura hace que la vida social gire en torno a la comida.

La alimentación es parte esencial de cada día.

Los medios de comunicación, especialmente la publicidad, no siempre favorecen la forma que tenemos de comer.

Tenemos la mala costumbre de descargar emocionalmente con la comida.

Nuestra salud es el resultado directo de cómo comemos y qué comemos.

APLICA MINDFUL EATING

El mindful eating no es una dieta ni un plan de alimentación, sino un estilo de vida que nos conduce a relacionarnos mejor con nosotros mismos, a conocer nuestro cuerpo y nuestras necesidades y a poder diferenciar las sensaciones emocionales y fisiológicas relacionadas con el hambre y la saciedad.

Estos consejos nos pueden ayudar a implementar el mindful eating a nuestra vida y a mejorar la forma que tenemos de comer y cuidarnos:

1. Bebe agua antes de comer

Lo ideal es beber un vaso de agua 5 minutos antes de empezar a comer. Contribuye a reducir la ansiedad o el hambre. Pero, además, se puede mejorar si en lugar de agua es una infusión caliente 20 minutos antes. Esto produce un aumento de la saciedad.

2. Busca un espacio tranquilo

Tener una alta estimulación o distraernos con el móvil y la televisión genera que no estemos atentos a las señales que el cuerpo debe mandarnos de hambre y llenado del estómago. Esto hace que no saboreemos los alimentos y acabemos tomando más cantidad de la debida.

3. Evita el hambre emocional

Tendemos a comer no solo cuando tenemos hambre, especialmente si estamos aburridos en casa. Para combatirlo, busca alternativas, a ser posible incompatibles, como hacer una actividad deportiva breve o salir a pasear. Esta actividad debe ser productiva, no distractora.

4. Acaba el último

La comida debe durar, al menos, 20 minutos. Por debajo de este tiempo, el estómago no es capaz de identificar que está lleno. Procura soltar a menudo los cubiertos, ir bebiendo poco a poco agua y centrarte en los sabores. Si estás en grupo, céntrate en la conversación, tanto en hablar como en escuchar.

5. Escucha a tu estómago

Hemos aprendido que la sensación correcta es la de estómago lleno, cuando realmente nos produce pesadez y un leve malestar. La mejor sensación es la de saciedad, que implica que aún se podría comer algo más, pero se está satisfecho en ese momento. Es aquí donde sí hay que parar de comer.

Introduciendo estos pequeños hábitos en nuestra rutina habitual, seremos más capaces de diferenciar el hambre real del emocional, notando una mayor saciedad y aprendiendo a disfrutar verdaderamente del sabor de los alimentos. Es la mejor forma de mejorar la relación con la comida y con nosotros mismos.