"Para mí es muy importante hacer un llamamiento en defensa de los mares y océanos. No podemos olvidar que hay extensiones y extensiones de plásticos flotando y hay que proteger toda la biodiversidad de los ecosistemas marinos. Siempre que puedo intento aportar mi granito de arena porque creo que es básico y que no somos suficientemente conscientes del grave problema que tenemos". Así se explicaba hace unas semanas la nadadora catalana de sincro Ona Carbonell en L'Aquari de Barcelona antes de protagonizar una inmersión solidaria entre rayas y tiburones y, de paso, felicitar las fiestas.

La joven deportista de 28 años nos tiene acostumbrados a sus acrobacias en la piscina, en solitario, en dúo y con el resto del equipo. Esta temporada, explicaba, van muy adelantadas con las coreografías y se ven muy fuertes para su reto en el Mundial de Corea del Sur. Tampoco pierde de vista el horizonte de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que sería el remate perfecto a su carrera.

Tras ganar además 'Masterchef Celebrity', Ona tiene hambre, pero de medallas. Pero no pierde de vista que, más allá de la gloria en las piscinas y el cloro está el mar, con sus problemas de contaminación. "Por eso quise sumarme a la campaña de National Geografic 'Plástico o vida'. Y participar en la recogida de plásticos que organizó Samantha Vallejo-Nágera el pasado verano en Menorca. Toda ayuda es poca", insiste.

LA PERSONA MÁS ACUÁTICA QUE PUEDAS IMAGINAR

Precisamente a aguas menorquinas -los padres de Ona veranean en esta isla que también ella conoce muy bien-pertenecen estás imágenes que hoy les mostramos y que firman los fotógrafos Miguel Moll y Bernard Tartinville. Son fotos artísticas que tienen un por qué. "Conocimos a Ona cuando trabajamos en un espot publicitario con ella en el que grabamos imágenes subacuáticas", recuerda Moll. "Le propusimos entonces hacer un trabajo sin ninguna atadura comercial y sin ninguna presión de fechas que estuviera centrado en buscar un resultado artístico. Queríamos trabajar con la persona más acuática que te puedas imaginar y, aunque hemos hecho menos inmersiones de las que quisiéramos porque tiene una agenda complicada, estamos contentos con el resultado".

Miguel Moll recuerda que la idea inicial era hacer algo bello bajo el agua, situando a Ona en la naturaleza, fuera de la piscina. "Sus movimientos cuando está compitiendo son muy extremos, muy forzados. Nosotros buscábamos algo más poético. Y alejarnos también de la fotografía subacuática con modelos, que es otro terreno que conocemos bien. Ona es una mujer con unas cualidades excepcionales, aparte de guapa se mueve con una plasticidad única bajo el agua. Es una profesional como la copa de un pino y hace que todo parezca como muy natural, aunque en realidad es complicado, como abrir los ojos y soportar la salinidad del mar o aguantar la temperatura del agua el tiempo que haga falta.

Haciendo esas sesiones en aguas menorquinas fue cuando apareció el otro elemento indeseable, el plástico. Recordemos en este punto que microplástico ha sido la palabra ganadora del 2018 de Fundéu, la Fundación del español urgente. "Enseguida nos dimos cuenta de que, más allá de las imágenes prístinas, había que reflejar la realidad y la realidad es la degradación", explica Moll. "Al principio intentábamos que el agua se viera transparente, pero era imposible. Así que decidimos darle al plástico un protagonismo como elemento estético y como denuncia. Tampoco vemos peces en las fotos con Ona sencillamente porque no había", concluye Moll.