Roger Federer está acostumbrado a pasearse por las pistas del circuito ATP sin encontrarse sin rivales que le tosan. A lo sumo puede tropezar con Rafa Nadal o Novak Djokovic y poco más.

Pero a uno de los tenistas más laureados de la historia y con unas ganancias acumuladas de más de 116 millones de euros le ha surgido un rival tan duro de roer como Nadal en tierra batida.

El deportista suizo de 38 años, casado con la extenista Mirka Vavrinec (41 años) con la que tiene cuatro hijos, Myla, Lennart, Leo y Charlene en 20 años de matrimonio, lleva una vida discreta no exenta de lujos, pero muy alejada de los focos mediáticos que no sean los estrictamente deportivos.

Con un patrimonio estimado de 803 millones de euros y con contratos de patrocinio con diferentes marcas comerciales, la familia Federer parece tener predilección por la viviendas de altos vuelos, no en vano son propietarios de un apartamento en el piso 50 de un lujoso edificio de Dubái, una casa de montaña en el pueblo suizo de Valbella-Lenzerheide y otra en Herrling, un municipio cercano Zúrich.

La casa en el lago

Pero no suficiente con eso, Federer está construyendo la que podría ser la casa de los sueños de cualquier mortal a orillas del lago Zúrich, en la pequeña la localidad de Rapperswill-Jona. Un vivienda ubicada en una vasta extensión de terreno que le está provocando más de un disgusto. Al millonario coste inicial de la obra, el tenista ha tenido que sumar 18,5 millones de euros en labores de descontaminación del solar, ya que se han encontrado restos de anteriores construcciones hasta casi un metro por debajo del nivel del terreno.

Además, las organizaciones ecologistas de la zona han emprendido varias acciones legales contra el tenista para impedir que este cierre el camino público que bordea el lago a su paso por la finca, como era la intención inicial de Federer, y una ilegalidad habitual en muchas de la lujosas propiedades que rodean los lagos suizos. También otra asociación medioambiental ha presentado varias alegaciones sobre el proyecto inicial de la constructora, con la argumentación de que la documentación no está completa y que no permitirá el incumplimiento de la ley fluvial suiza, que dice que las aguas fluviales y los caminos de ribera de los lago deben de ser de uso público en su totalidad.

Así pues, y a pesar del inicial apoyo del alcalde de Rapperswill-Jona a tan ilustre vecino, la nueva vivienda de Roger Federer sigue en dique seco y a la espera de ver quién ganará finalmente el set y el partido.