No parece que Major, el joven pastor alemán de 3 años del presidente de Estados Unidos, se esté adaptando del todo bien a la nueva residencia de su dueño. A diferencia de Champs, el otro pastor alemán del matrimonio Biden, de 12 años, al cachorro no le está sentando nada bien esto de estar rodeado de secretarios, asistentes, funcionarios y miembros de seguridad de la Casa Blanca, en una ambiente de grandes alfombras y de cuadros y muebles regios.

Según confirmó Michael LaRosa, portavoz de la primera dama estadounidense Jil Biden, Major será enviado de nuevo a una escuela para perros, tras volver a morder a un trabajador de la Casa Blanca. "Se espera que la estancia de Major en el centro sea de varias semanas", confirmó LaRosa.

No es el primer incidente que protagoniza Major, que se está mostrando un tanto indomable, ya que a las pocas semanas de instalarse en la Casa Blanca mordió a otro empleado mientras estaba de paseo por las jardines de la residencia presidencial en Washington.

Un incidente que Joe Biden calificó de leve -"apenas le rozó la piel", desveló-, pero que fue suficiente para enviar a Major de vuelta al estado de Delaware, para ayudarlo a aclimatarse a su nueva vida.

Visitas al Despacho Oval

Pero parece que el entrenamiento no fue del todo fructífero, ya que el pasado mes de marzo se notificó que un funcionario del servicio secreto había resultado herido durante uno de los arranques del perro. También se sospecha que fue Major, aunque no hay constancia cierta, el autor de un regalito? encontrado en uno de los pasillos de la zona oficial de la residencia. Cabe recordar que tanto Champs como Major visitan con frecuencia a Joe Biden en el Despacho Oval.

Ahora, en esta segunda oportunidad, los entrenadores intentarán una vez más que Major se acostumbre a su nueva vida rodeado de personas ajenas a la familia Biden.

Joe y Jill Biden no han dudado nunca en mostrar públicamente su amor y cariño por sus dos mascotas, apareciendo junto a ellas en numerosas ocasiones, incluida torcedura de tobillo del presidente provocada por un juguetón Major, o en las redes sociales, como el pasado Día Nacional de las Mascotas, en el que la primera dama tuiteó fotos de los dos perros con la frase: "Amo a estos dos!".

Colega británico

Major no es el único caso de perro travieso propiedad de un alto mandatario. En este sentido el primer premio de lo lleva Dylin, el pequeño jack russell terrier del primer ministro británico, Boris Johnson, y su pareja Carrie Symonds. Dylin ha metido en más de un compromiso a su dueño al orinarse en alfombras persas de 400 años o en las carteras de varios ministros, arañar muebles del periodo Luis XIV, mordisquear libros antiguos o destrozar un taburete hecho con la pata de un elefante cazado por Theodore Roosevelt. Unos desperfectos que de momento le han costado 1.200 euros a Johnson.

Tradición presidencial

Desde hace décadas, ha sido una costumbre que los presidentes de Estados Unidos convivan con sus perros en la Casa Blanca. Así, el presidente George W. Bush convivió con tres perros; uno de ellos, Spot, un springer spaniel inglés, nació en la Casa Blanca. Su madre fue Millie, perra de George H.W. Bush, expresidente de EEUU. También los Obama tuvieron con ellos a Bo y Sunny, dos perros de agua portugueses, durante sus dos mandatos presidenciales.

Solo los anteriores inquilinos de la Casa Blanca, Donald Trump y Melania Trump, rompieron una tradición que se inició hace 45 años.