Los Getty son conocidos por muchas cosas. Sobre todo por la fortuna que el patriarca hizo con el petróleo en la primera mitad del siglo XX, pero también por el museo en Los Ángeles, el centro de investigación, el instituto de conservación, la agencia de fotografía, las generosas donaciones a distintas causas y las tragedias que desde los años 70 han azotado a esta dinastía americana con 28 miembros de varias generaciones. Sus 5.000 millones de dólares colocan a este clan entre los 50 más ricos de EEUU. Y, como suele ocurrir en estos casos, la excentricidad, las drogas y los suicidios salpican una historia familiar de difícil digestión para los protagonistas, con el añadido de un secuestro en 1973 en Italia que acabó con la oreja cortada del nieto de J. Paul Getty, conocido en Roma como «el hippie dorado», que entonces tenía 16 años.

Aquel episodio se ha contado de dos formas en los últimos meses. Como película dirigida por Ridley Scott, titulada Todo el dinero del mundo (All the money in the world) y protagonizada por Christopher Plummer en sustitución de Kevin Spacey, Michelle Williams y Mark Wahlberg. Como serie de FX, Trust, con Donald Sutherland y Hilary Swank al frente. La codicia, la tacañería y la disfuncionalidad están muy presentes en ambas.

Y claro, la familia no está contenta. Por eso Ariadne Getty, nieta, hija y hermana de J. Paul Getty I, II y III, respectivamente, ha recibido a un reportero de The New York Times en su casa de 24 millones de dólares en Beverly Hills para explicarle que quiere cambiar «lo que están contando sobre nosotros, porque nuestra familia está siendo atacada».

En su intención de mostrarse totalmente volcada con la lucha por los derechos LGTBQ, a Ariadne Getty le acompañan sus hijos August y Nats. Los dos gais. Él diseñador de moda, ella artista. «Es asqueroso. Nos están demonizando», dicen los hermanos de 24 y 25 años. «No representa nuestros valores», repiten sobre la serie de FX, cuya segunda temporada quieren frenar a toda costa.

Pero para entender de dónde vienen hay que retroceder hasta el abuelo, conocido por su obsesión con el dinero y los negocios, coleccionista de arte y de mujeres. Se casó cinco veces, tuvo cinco hijos. Dejó 660 millones de dólares al Museo Getty tras su muerte, en 1976. Veinte años antes puso en marcha el J. Paul Getty Trust, la institución artística con más fondos del momento, que opera la fundación y los institutos de investigación y conservación. Los hijos y nietos heredaron su pasión por el arte.

En su conversación con el diario neoyorquino, los hijos de Ariadne Getty dicen sentirse atacados por una Administración, la de Trump, que mina los derechos de gais y transexuales. Su madre ayuda a la causa con apoyo financiero a organizaciones LGTBQ como Glaad. «Estoy aterrorizada con el odio que se ha destapado con este gobierno. Muchos que antes no se atrevían a decir nada demuestran ahora su rechazo a esta comunidad discriminada. Me enfurece tanto que no puedo dormir». Además de donar millones de dólares al Centro LGTB de Los Ángeles, Getty ha aportado 15 millones a Glaad para crear un instituto que entrena a voluntarios en EEUU. El objetivo es utilizar las redes sociales en favor de la igualdad y contra la homofobia. Ariadne solo habla de sus causas. Silencio sobre la familia, aunque una portavoz asegura que mantiene una relación cercana con el clan.