Quédense con el nombre de esta joven de 18 años y ojos marrones: Adut Akech Bior. Es una de las modelos del momento. Debutó de la mano de Saint Laurent hace dos temporadas desfilando en exclusiva para la firma. Pero la fama le ha llegado de la mano de Chanel y Karl Lagerfeld. Ella es la protagonista de la nueva pre-colección de otoño invierno. El avispado kaiser de la moda la escogió a ella para abrir su desfile de la colección crucero y para cerrar el de alta costura, junto a él y vestida de novia con un traje verde menta con chaqueta, falda larga y tocado con velo. Todo un privilegio reservado a las modelos más cotizadas del momento.

Adut Akech también es imagen de la campaña veraniega de Zara y de lo nuevo de Versace. Ha desfilado para Prada, Calvin Klein, Giambattista Valli, Valentino, estuvo en la Gala del Met que organiza Vogue y no para de copar portadas en revistas de moda. Por su belleza de ébano y también por su historia: es una refugiada de Sudán del Sur.

REFUGIADA // «Soy una refugiada. Es lo que soy y no me avergüenzo ni me enfado por ello. Sí, soy una ciudadana australiana y soy una sursudanesa australiana, pero sigo siendo una refugiada», aseguraba la joven el año pasado en una entrevista en el diario británico The Guardian. Implicada en la lucha contra las armas de fuego, Akech reivindicó su condición de refugiada cuando un programa de televisión recibió críticas en Australia por retratarla como tal.

Por eso también tras el desfile de Chanel de julio en el Gran Palais de París, donde por cierto estaba Penélope Cruz en primera fila, la modelo mandaba además un mensaje en su cuenta de Instagram animando a sus seguidores a mantenerse en pie ante la adversidad. «Poco importa de dónde vengáis o a dónde vayáis. No perdáis la pasión ni la perseverancia y, sobre todo, no abandonéis nunca porque acabaréis consiguiendo vuestro sueño», escribía. Desde que con 16 años empezó en este mundillo está disfrutando de un momento dulce. «Creo en los ángeles, en los superhéroes, en los milagros, en la buena suerte y en mi madre», aseguraba Akech en Instagram. Pero no se olvida que aprendió a leer y escribir gracias a su hermana mayor, la única de los cinco hermanos que podía asistir a la escuela en el campo de refugiados en el que vivían. «Aprovechábamos la luz del día para practicar porque por la noche solo teníamos una lámpara de aceite», ha recordado. Hablaba de Kakuma, el campo de refugiados más grande del mundo que se encuentra en la frontera entre Kenia y Uganda, y que acoge a huidos de la sangrientaguerra civil de Sudán, que duró décadas.

Y es que Adut Akech pasó por diferentes campamentos de la ONU hasta que a los siete años llegó con su familia a uno en Adelaida (Australia). Allí un cazatalentos le aseguró que su futuro estaba en las pasarelas. No erró y eso que no las tenía todas consigo. «Mi piel es muy oscura, incluso para los parámetros de otras personas de color. Ahora que estoy viviendo en Nueva York, la gente me para por la calle, sobre todo los afroamericanos, y me dicen que ojalá su piel fuera como la mía. Es como el chocolate más puro», explicaba la joven en Vogue Italia.

APUESTA POR LA DIVERSIDAD/ Precisamente su fotogenia y ese tono de piel es lo que ha convecido a una industria que se ha autoimpuesto apostar por la diversidad en las pasarelas. Según un estudio de The Fashion Spot, una de cada tres modelos no es blanca esta temporada y las nuevas diosas de ébano, capitaneadas por Adut Akech, Shanelle Nyasiase y Anok Yai -también sudanesas, por cierto-, llegan dispuestas a seguir la senda que emprendieron nombres míticos como Iman, Naomi Campbell y Alek Wek y revolucionar la industria. «Aunque aún queda mucho por hacer. ¿Ha visto a muchas modelos negras vendiendo un perfume?», se pregunta Akech en voz alta.