Una sala llena hasta los topes, gritos de júbilo y grandes pancartas en color turquesa. A media tarde del domingo 15 de octubre, el flamante líder conservador austríaco Sebastian Kurz subía radiante a la tarima de su sede electoral para celebrar una victoria que le convertirá con toda probabilidad en el próximo canciller de la república transalpina y, con tan solo 31 años, en el mandatario más joven del mundo. Un poco más tarde, tras confirmarse el 31,6% de los votos obtenidos por el Partido Popular (ÖVP), Kurz y su pareja, Susanne Thier, celebraban el éxito con un beso.

«Ambicioso», «chico prodigio», «carismático». La prensa austríaca e internacional ha descrito así la fulgurante trayectoria de Kurz. Su carisma y popularidad le permitieron, en mayo, hacerse con el control total del partido y construir, a imagen de Emmanuel Macron en Francia, una candidatura claramente personalista con miembros independientes aprobados por los conservadores. Pero el historial de Susanne Thier no se queda corto. Con 30 años, la nueva primera dama austríaca también es un animal político. Graduada en formación empresarial, trabaja en el equipo de una oficina del Ministerio de Finanzas. Además del alemán, habla inglés y francés.

Lejos de los focos

Hasta ahora, la pareja había esquivado los focos de la prensa rosa. Más allá de sus responsabilidades ministeriales, ambos habían aparecido juntos en público tan solo en actos políticos o otros eventos tradicionales como el baile de Año Nuevo de Viena. La prensa austríaca apunta a que tanto Kurz como Thier quieren evitar toda exposición de su vida privada. «Ni mis padres ni mi pareja tienen interés en la presencia de los medios», aseguró el líder conservador en una entrevista realizada este pasado verano. «Quiero ser medido por mi trabajo», apuntó.

Desde los 18

Kurz y Thier llevan juntos desde los 18 años, cuando se conocieron en la escuela y empezaron su relación. Ambos conviven en un un quinto piso de alquiler en el distrito Meiding de Viena, cerca de la casa de los padres de él.

A pesar de su ideología conservadora y católica, no están casados, algo por lo que algunos sectores les han preguntado. «Si algún día me caso, será una boda muy íntima a la que acudirán solamente mi familia y unos pocos amigos. Y le aseguro que el partido no tendrá nada que ver con ello», explicó ella. Hace cinco años lo planearon pero tuvieron que cancelar sus planes cuando Kurz fue nombrado ministro de Exteriores.

En los últimos días, se ha visto a Susanne Thier saludar cariñosamente a Philippa Strache, casada con el líder del partido ultraderechista FPÖ, Christian Strache. Esa aparente cercanía y sintonía ha llevado a los medios austríacos a especular sobre una futura coalición ultraconservadora entre los dos partidos. Sin embargo, desde el ÖVP han negado que esa relación sea estrecha: «Son conocidas, no puede decirse que sean amigas».