Cuando Donald Trump era todavía un gallo de la alta sociedad neoyorquina, poco antes de arruinarse con la quiebra del casino Taj Mahal de Atlantic City, de la que salió finalmente airoso gracias a la generosidad de los bancos, ‘The New York Post’ le regaló uno de esos titulares que sirvió para cimentar su fama de playboy. Trump estaba perdiendo la batalla del divorcio con su primera mujer en el circo de la prensa rosa. Los tabloides habían descubierto su affaire con Marla Maples y el magnate decidió que necesitaba un golpe de efecto. “Es el mejor sexo que he tenido en mi vida”, publicó el el tabloide en portada atribuyendo la frase en Maples, quien acabaría convirtiéndose en su segunda mujer. Como tantas otras cosas con Trump, parece que no era exactamente cierto. “Es absolutamente mentira que yo dijera aquello”, dijo más tarde Maples.

Cualquier otro personaje público devenido en presidente de la primera potencia mundial hubiera probablemente enterrado aquel y otros capítulos de su pasado. Pero no es el caso de Trump, cuya extrema vanidad le llevó incluso a defender el tamaño de su pene durante un debate televisado de las primarias republicanas. De ahí que probablemente no le hayan gustado nada las últimas declaraciones de Stormy Daniels, la actriz porno a la que el exabogado personal del magnate pagó 130.000 dólares para que callara sobre el presunto romance que ambos mantuvieron. En una entrevista con Vogue, ha hablado del encuentro sexual que habría mantenido en 2006 con el neoyorkino en un club de golf.

Dos minutitos

“¿Qué se puede contar realmente de dos minutos?”, dice la actriz, que aparece en la revista fotografiada por Annie Leibovitz. Cuando la periodista le pregunta si fue aquello lo que duró el encuentro, ella responde: “Estoy siendo generosa”.

Vista inicialmente por muchos como una oportunista con ganas de hacer caja, Daniels se ha convertido en una heroína de la América anti-Trump. Está en el centro del caso judicial contra Michael Cohen, el exabogado de Trump que implicó durante el juicio al presidente en un posible delito de financiación electoral. Una situación que la ha puesto en el ojo del huracán. Según dice en la entrevista, ha recibido amenazas de muerte y en sus camerinos ha encontrado en más de una ocasión sustancias sospechosas. “Soy una fugitiva”, sostiene tras contar que ha contratado a tres guardaespaldas.

El hijo secreto

Al margen de la política, Trump vuelve a acaparar otros titulares por los rumores extendidos por el que fuera portero de la Trump Tower. Dino Sajudin ha dicho que el magnate tuvo un hijo con la que fuera su ama de llaves, una historia por cuyos derechos habría recibido 30.000 dólares del tabloide National Enquirer, que nunca llegó a publicarla. Pero todo parece indicar que es un bulo. El ama de llaves en cuestión ha negado los rumores y los medios que han investigado las alegaciones no han encontrado nada que sostenga la historia.