A sus 40 años, el actor británico Tom Hardy vive en las últimas semanas una auténtica transformación, que además está compartiendo con sus seguidores en Instagram. Se trata de la metamorfosis que le acerca al mafioso Al Capone, el que fuera una auténtica pesadilla en el Chicago de los años 20. Es su nuevo proyecto, un largometraje titulado Fonzo, que rueda a las órdenes de Josh Trank, el director de 4 Fantásticos.

Cuesta reconocer al actor y productor de la serie Taboo y al piloto de Dunquerke bajo de esas capas de maquillaje y de esas prótesis que le cuestan horas de paciencia en el set junto a la especialista Audrey Doyle, cuatro veces nominada a los premios Bafta, los oscars del cine británico.

Todo un ejercicio, esperemos que también de interpretación, para mostrar la psicología del personaje en los últimos años de la vida, tras salir de la cárcel, cuando a causa de la sífilis sufría demencia senil. Su declive antes de morir a causa de una neumonía, a los 48 años, en el Miami del 1947. «Detesto la violencia, pero me encanta encarnar estos personajes», ha dicho el actor.

Muchos expertos que siguen el rodaje aseguran que esta vez la actuación de Tom Hardy huele a premio.