La pereza utiliza el recurso de la procrastinación, alargando de forma indefinida la tarea. En muchos casos, este aplazamiento conlleva consecuencias negativas para la persona, no alcanzando el rendimiento suficiente para alcanzar la meta o los objetivos planteados. Nos afecta en múltiples áreas, como el trabajo o la universidad, pero también en tareas domésticas o planes con amigos.

Aunque la pereza puede parecer que hace que la persona obtenga en ese momento una satisfacción, realmente no es así. Durante el tiempo que no está haciendo la tarea, la persona está pensando en ella y en que debería estar trabajando para terminarla. Por tanto, ni aprovecha productivamente el tiempo ni disfruta el ocio. Sim embargo, este bucle de pensamientos puede romperse si la persona pone fin a la pereza.

CLAVES ANTIPEREZA

La pereza consigue que, ante el objetivo propuesto, no encontremos la energía suficiente para llevarlo a cabo. Crea sensación de cansancio, apatía o fatiga. Sin embargo, esta sensación no obedece a un verdadero agotamiento físico o mental, sino que es falta de motivación a la acción.

A través de 5 pasos podremos lograr que la pereza no nos invada y que rompamos con la procrastinación.

1. Objetivos claros

Cuando estamos realizando actividades alineadas con nuestros objetivos, nos encontramos plenamente motivados. Sin embargo, no siempre estamos en ese punto. A veces el trabajo es solo un puente para un futuro que será mejor o la asignatura que estamos estudiando no es lo que en 5 años estaremos desarrollando. Es aquí donde debemos tener claro para qué sirve lo que en ese instante nos toca hacer.

Las actividades que obedecen a planes mayores, aunque lejanos en el tiempo, nos pueden ayudar a encontrar la energía suficiente para ponernos en ese mismo instante a trabajar.

2. Regla de los 5 segundos

Si pasamos demasiado tiempo meditando sobre hacer o no algo, hay muchas posibilidades de que al final no lo hagamos. Cuenta 5 segundos y actúa. No medites sobre si lo puedes hacer más tarde o si hay algo ahora más importante. No dejes pasar más de 5 segundos. Es importante que te pongas a ello en este mismo momento.

Si desconectamos el razonamiento, nos moveremos más por los impulsos iniciales. Esto moviliza la energía suficiente para que salgas de la inactividad.

3. Divide las tareas

Las metas excesivamente grandes crean una primera impresión tan negativa que nos desmotiva. Por eso, para cada gran objetivo, traza un camino con distintas etapas. Esas etapas serán pequeños pasos que debas dar para avanzar hasta alcanzar el punto final.

En esta división, debes crear plazos de finalización y recompensar todas las etapas alcanzadas. Pero nunca la celebración deben ser tiempos de descanso. Volverán a alimentar la pereza.

4. Tres minutos

Si la actividad o la tarea que tienes para hacer te va a llevar menos de 3 minutos, hazla ahora. Aplazarla para después conlleva un esfuerzo real mucho mayor. Esta clave es perfecta para emails, llamadas telefónicas o whatsapps que debas mandar. Además, las pequeñas tareas, tienden a no apuntarse y corres el riesgo de que, si no la haces en el momento, se te pueda olvidar.

5. Elimina sentimientos negativos

La pereza se va alimentando de los sentimientos negativos y a medida que estos crecen, es más probable que sigamos procrastinando. Por eso, si te has dejado llevar por la pereza, aleja de ti la culpabilidad o el remordimiento. Es algo que ya está hecho y no se puede cambiar. Solo céntrate en no actuar de esa forma la próxima vez.

La pereza no es un síntoma de debilidad. Obedece a una falta de energía que puede ser solventada alineándonos con nuestras metas, reforzando los pequeños pasos y buscando estrategias que aumenten nuestra productividad y nuestro rendimiento.