El teniente Javier Donesteve, oficial de enlace del contingente militar español en Kuwait, se fundió en un abrazo con el también teniente Javier Olmedo, el militar que estaba al mando del primer blindado que cruzó, alrededor de las 15.15 horas (una hora menos en España), la frontera con Kuwait. Bajo un sol abrasador, un ligero viento seco y una temperatura ambiente que superaba de largo los 40 grados, Donesteve esperaba desde hacía más de media hora, junto al límite con Irak, la llegada del último convoy español que salió de Diwaniya.

La complicada operación de repliegue había llegado prácticamente a su fin y el teniente Donesteve salió al encuentro de la última caravana para facilitar el paso de la frontera y ayudar a repostar carburante a los vehículos, antes de reemprender su viaje.

"A ponerse el chaleco"

Sudorosos, cansados y con pocas palabras que decir, pero con la sonrisa en la boca y el saludo presto ante las cámaras fotográficas y de televisión. "El viaje ha ido muy bien", se limitó a comentar el teniente Olmedo. Con sus modales de militar, Olmedo ordenó a sus hombres que se pusieran los chalecos antibalas en cuanto se acercó la cámara enviada por el Ministerio de Defensa, la única que inmortalizó el momento para televisión, y cuyas imágenes serían enviadas durante la tarde a España.

"Estamos ya con el casco y con el chaleco puesto", dijo Olmedo en tono firme a sus hombres. A bordo del blindado, la soldado Manar Makalifa se secaba el sudor del rostro mientras se quejaba del calor que había pasado durante el viaje.

El trajín de vehículos que cruzó ayer a primera hora de la tarde el límite fronterizo entre Kuwait e Irak se prolongó durante horas. Eran más de un centenar de camiones, autobuses y vehículos blindados, divididos en dos "unidades de marcha", con una distancia entre ambas de unos 50 kilómetros, que fueron cruzando con algo de parsimonia la desolada línea fronteriza en la que ondeaban dos banderas kuwaitís.

Uno de los últimos en entrar en Kuwait fue el general José Muñoz, jefe de la Unidad de Apoyo al Repliegue, que llevaba consigo la bandera que ondeó en Base España hasta las ocho de la tarde del pasado jueves. El general había salido de Base España, con la satisfacción de haber cumplido la misión, en un vehículo de la primera unidad de marcha, pero quiso asegurarse de que el último convoy militar español salía de Irak sin incidencias.

"Ya ves, si no nos hubiéramos encontrado la emboscada ayer, nos la habríamos encontrado hoy", señaló el teniente coronel José Luis Puig, portavoz del contingente. Puig se refería al incidente en el que el pasado jueves había resultado herido leve un suboficial, y con sus palabras justificaba el secretismo con que el Ministerio de Defensa había rodeado toda la operación: a más información, mayor peligro de emboscadas. Y es que nadie supo, hasta que el convoy ya estaba en marcha, que los últimos soldados españoles habían abandonado Diwaniya.