Aunque el sol aprieta de lo lindo y el mercurio del termometro se aproxima a los 30 grados, Karina no ha querido dejar pasar la ocasión de tomarse en la terraza de 'Coffemania', una conocida cadena rusa de restaurantes, el primer café al aire libre de los últimos meses. "Está bien que hayan permitido abrir a las terrazas; si respetas las normas y la distancia de seguridad, no tiene que haber ningún problema", responde, cuando se le recuerda que las estadísticas oficiales registran a diario en Rusia alrededor de 8.000 nuevos contagios de covid-19.

Muy diferente opinión le merece la celebración, dentro de cinco días, del aplazado Desfile de la Victoria, la parada militar con la que su país, año tras año, conmemora la victoria de la URSS sobre la Alemania nazi. "Eso sí que es peligroso; la gente estará muy apretada, habrá aglomeraciones de militares...", contesta. Y opta por una prudencia propia de pasados tiempos soviéticos al evocar la inminente votación de la reforma constitucional, que convertirá a Vladímir Putin en presidente vitalicio 'de facto' del país. "Huy, no sé; es que no soy una persona muy política", concluye.

Rusia y su capital, Moscú, van dando acelerados pasos hacia la normalidad, pese a que los datos epidemiológicos siguen sin reflejar que la epidemia esté controlada en el país, al menos al nivel de los grandes estados de Europa Occidental. La cifra de nuevos contagios diarios se mantiene estable desde hace semanas en alrededor de los ocho millares, al tiempo que los fallecidos rondan entre los 150 y los dos centenares, unas variables que han sido a menudo cuestionadas por médicos, prensa independientes e incluso por la Organización Mundial de la Salud.

MOSCÚ, OBLIGADA A DESCONFINAR

Todo parece indicar que el alcalde de Moscú, Serguéi Sobyanin, se ha visto obligado desde el Kremlin a acelerar las medidas de desconfinamiento para que la gran ciudad rusa esté a punto tanto para ambos eventos, a los que el presidente Vladímir Putin ha dado absoluta prioridad. Pese a ello, el peligro sigue muy presente en muchas partes de la vasta geografía rusa, hasta el punto de que 20 regiones o ciudades del país han preferido desmarcarse de las directrices oficiales y han suspendido o aplazado el desfile militar debido a la situación sanitaria. De hecho, en regiones siberianas como el Territorio de Zabaikal, próximo a la frontera con China y Mongolia, o en Voronezh, en el sur, la epidemia no ha hecho más que empezar y se registran incrementos de infecciones a nivel local, tal y como admitieron esta semana sus autoridades.

La gestión de la crisis sanitaria ha generado un gran descontento entre el estamento médico del país, debido a la escasez de medios y material, y a las promesas incumplidas de sobresueldos para el estresado personal que trabaja en los hospitales. Recientemente, Alla Samoilova, al frente de Roszdravbnadzor, el ente estatal encargado de la sanidad ciudadana, tuvo que admitir que casi 500 doctores habían fallecido en Rusia debido al coronavirus, multiplicando por cinco la cifra previa de solo un centenar. "Solo les importa el referéndum. Tengo muchos amigos en clínicas públicas que se quejan de que han sido amenazados si no van a votar", revela a este diario Ekaterina, una doctora que trabaja en una clínica privada del centro de Moscú.