Otros conservaban la estructura intacta pero, al perder pie en la base, habían quedado precariamente inclinados.

El depósito de cadáveres del Hospital Mohamed V de Alhucemas se quedó pequeño ante la avalancha de muertos, y los médicos ordenaron el traslado de los cadáveres al puerto para almacenarlos en las cámaras frigoríficas destinadas al pescado.

MUCHO MIEDO El miedo atenaza a los habitantes de toda la región afectada, donde se calcula que viven unas 400.000 personas. Nadie se atreve a volver a sus casas, y las potentes réplicas que por la tarde lo sacudieron todo de nuevo disuaden a los más valientes.

En Imzuren y Alhucemas, familias enteras prefirieron abandonar sus apartamentos e instalarse en las plazas y los solares. Allí, como quien está de picnic, pasaron la jornada sentados sobre mantas extendidas en el suelo. "Yo por ahora no me atrevo a volver a casa, aún tengo miedo," explicaba Ahmed, quien se instaló con su esposa y su bebé en la plaza de Alhucemas.

El de ayer fue el terremoto más mortífero de la historia de Marruecos, por detrás del que en 1960 arrasó la ciudad costera de Agadir, a 600 kilómetros al sur de Rabat, y que causó 12.000 muertos.

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