La formación de un nuevo Gobierno en Alemania se hará esperar incluso más de lo temido. Tras semanas de intensas negociaciones, la unión conservadora liderada por la cancillera Angela Merkel (CDU-CSU) y los socialdemócratas de Martin Schulz (SPD) aún no han llegado este lunes a un acuerdo para reeditar la gran coalición. Como ya sucedió durante el domingo, fecha en la que expiraba el plazo para presentar un programa de gobierno, las fuertes discrepancias por la reforma del sistema sanitario y la regulación del mercado laboral han encallado el acuerdo.

Así, se espera que este martes por la mañana las tres partes implicadas en las negociaciones presenten un documento de hasta 200 páginas que deberá marcar el rumbo de Alemania durante los próximos cuatro años. “Estamos en la recta final pero aún no estamos listos”, ha explicado la vicepresidenta de la CDU, Julia Klöckner. Entre los principales temas espinosos por pulir, los socialdemócratas quieren crear un seguro médico universal que termine con un sistema sanitario dividido entre lo público y lo privado y limitar el uso de los contratos temporales por parte de las empresas.

¿Más Europa?

Más allá de las diferencias, ambas partes se han mostrado optimistas sobre lo negociado. A pesar de que se desconocen los detalles del texto, Schulz ha asegurado que se ha llegado a un acuerdo para un sistema de impuestos “justo” respecto a grandes compañías de internet como Google, Apple, Facebook y Amazon en Europa y a otro sobre política comunitaria. “Tenemos la oportunidad de hacer una Europa más democrática y social”, ha escrito el líder socialdemócrata a sus correligionarios.

Antes de iniciar las negociaciones con los democristianos, Schulz dejó claro que todo pacto de gobierno debería incluir un mayor acercamiento a las propuestas que el presidente francés Emmanuel Macron ha puesto encima de la mesa para renovar la Unión Europea (UE). Más allá de las palabras, el alcance en las reformas sigue siendo una incógnita. Las partes se han mostrado de acuerdo en incrementar la contribución alemana al presupuesto comunitario, pero medidas más ambiciosas, como la mutualización de la deuda pública a través de eurobonos, la creación de un presupuesto anticrisis de la eurozona o la unión bancaria, siguen siendo -incluso con el padre de la austeridad, Wolfgang Schäuble, fuera del Gobierno- un anatema para los conservadores.

Límite de refugiados

Sin duda, uno de los puntos más polémicos negociados hasta ahora ha sido la política migratoria. El pasado martes, Merkel y Schulz acordaron restringir el derecho a la reunificación familiar de los refugiados a un máximo de 1.000 casos mensuales. Tras haber acogido a poco más de un millón de refugiados desde el 2015, el partido ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) ha ganado terreno y ha marcado la agenda política, haciendo girar a CDU y SPD a posiciones más duras.

A pesar de que ese acuerdo no incluye el término “límite superior”, el documento sí estipula que no lleguen más de 220.000 refugiados al año. Las diferentes interpretaciones que conservadores y socialdemócratas -estos quieren abrir la puerta a una ampliación de acogidas en casos especiales- han hecho de este pacto, del que aún se desconocen más detalles, han abierto las primeras grietas entre ambas formaciones tras el consenso.

Entre los acuerdos del nuevo programa de gobierno alcanzados en la última semana también figuran medidas sociales como un paquete de 2.000 millones de euros para educación y para el sistema de pensiones públicas, un ligero incremento de las ayudas a las familias que tengan hijos así como a aquellas con rentas más bajas y otros 2.000 millones para vivienda social. Para combatir el terrorismo también han acordado crear 7.500 plazas nuevas en la policía y otras 2.000 en la justicia.

En materia medioambiental, las partes acordaron este sábado prohibir el uso del herbicida glifosato en la agricultura y el cultivo de plantas modificadas genéticamente, y fijar por ley los compromisos de los Acuerdos de París que prevén una reducción del 40% en la emisión de gases de efecto invernadero para el 2030. A pesar de querer posicionarse como potencia ecologista, en los últimos años Alemania ha dado un doloroso paso atrás en su lucha contra el cambio climático.