Alemania abre una nueva etapa de complicadas negociaciones. Los resultados electorales del pasado domingo han castigado el bipartidismo y han impulsado la fragmentación parlamentaria que obligará a los partidos a sentarse en la mesa. Un tripartito entre los conservadores (CDU/CSU) de Angela Merkel, Verdes y liberales (FDP), conocida como coalición Jamaica por los colores de su bandera, es la única opción viable. Llegar a un acuerdo será lento y complejo.

Esta semana ya se han podido apreciar algunos movimientos en el tablero político alemán dirigidos a encauzar las negociaciones entre las cuatro formaciones. El más claro ha sido el paso al lado de Wolfgang Schäuble, ministro de Finanzas y hombre fuerte de los conservadores. Detrás de su decisión de dejar la cartera económica que ha dirigido los últimos ocho años y postularse para asumir la presidencia del Bundestag hay la oposición de los liberales a que el padre de la austeridad y la ortodoxia fiscal siguiese al mando. Entre sus condiciones para entrar en el Gobierno, el FDP avanzó que quería el ministerio, una competencia que puede recaer en las manos de su líder, Christian Lindner, duro y de un marcado tono crítico con la integración europea.

Aunque los liberales se han mostrado dispuestos a sentarse en la mesa de negociaciones y tender la mano al ala más pragmática de los ecologistas, eso no ha aminorado sus peticiones. Para el FDP es básico establecer una nueva política económica, eliminar impuestos y una ley migratoria como la canadiense, que establece el permiso de residencia en función de las necesidades del mercado laboral. Condiciones que chocan frontalmente con el programa de los Verdes. “La política no son matemáticas. Si estos puntos no son posibles con la CDU/CSU y los Verdes tendremos que introducirlos desde la oposición”, remarcó Lindner, al diario Welt.

Batallas internas

Además de las condiciones a tres bandas, los partidos también deberán abordar y consensuar una posición entre sus contradicciones internas. Tras caer hasta un 10,5% en las elecciones y abrir una protesta interna contra su líder Horst Seehofer, las peticiones de la CSU, partido bávaro hermanado a la CDU y de perfil aún más conservador, serán claves.

De prosperar, Alemania tendrá que esperar con toda probabilidad hasta Navidad para conocer su próximo gobierno. Teniendo en cuenta que el 15 de octubre se celebran elecciones regionales en el ‘land’ de Baja Sajonia, los partidos no querrán dar ningún paso en falso antes de los comicios. Desde Berlín se ve a Peter Altmaier, jefe de la cancillería alemana, como el hombre idóneo para acercar las posiciones de las cuatro partes. Si fallan, se abrirá un escenario incierto. Un panorama que ya contemplan los Verdes. “Si fracasan las negociaciones para el tripartito, lo cual es bastante posible, los socialdemócratas (SPD) deben estar preparados”, aseguró la presidenta federal ecologista, Simone Peter.

Pero el SPD ya ha reiterado su no a otra Gran Coalición. “A partir de mañana nos tendrán en su cara”, aseguró Andrea Nahles, exministra de Trabajo del último gobierno y nueva líder de las filas socialdemócratas en el Bundestag. Para los rojos, es momento de girar a la izquierda y ser una oposición crítica que les permita recuperarse del peor resultado electoral de su historia. Abocarse a unas nuevas elecciones también es posible.