La situación sanitaria es hoy en Irak mucho peor que antes de comenzar la guerra, según el informe de la ONG británica Medact. Los dos laboratorios más importantes del país han sido destruidos y el 12% de los hospitales han resultado dañados. Los centros que quedan en pie funcionan en unas condiciones lamentables. Faltan vacunas y las enfermedades han aumentado, al igual que las infecciones respiratorias y los casos de diarrea y tifus. Uno de cada cuatro iraquís depende de ayuda alimentaria, y hay más niños que sufren malnutrición.