Los nubarrones de una nueva crisis diplomática entre Occidente y Rusia a raíz del envenenamiento del exagente ruso Serguéi Skripal se concentran en el horizonte y amenazan con desencadenar otro descomunal aguacero, en forma de más expulsiones y sanciones cruzadas en las próximas semanas.

Nada más difundir el miércoles las identidades y las imágenes de los dos presuntos espías rusos responsables de la tentativa de asesinato, que tuvo como daño colateral el fallecimiento de una mujer, el Gobierno de Gran Bretaña consiguió recabar el firme respaldo de sus principales aliados en un durísimo comunicado conjunto contra Moscú en el que se sostiene que la operación fue aprobada «al más alto nivel gubernamental». El Kremlin respondió también con la artillería pesada, calificando las acusaciones de «inaceptables» y retando a Londres a probar sus acusaciones. El caso fue elevado al Consejo de Seguridad dela ONU, donde la delegación británica demandó a la comunidad internacional medidas de firmeza contra Moscú.

Los firmantes de la declaración, es decir, los presidentes de EEUU y Francia, Donald Trump y Emmanuel Macron, los primeros ministros de Gran Bretaña y Canadá, Theresa May y Pierre Trudeau, así como la cancillera alemana Angela Merkel, tienen «plena confianza» en que los dos individuos mencionados, que portaban pasaportes a nombre de Aleksándr Petrov y Ruslán Boshírov, trabajaban para el denominado Directorio Principal, servicio de espionaje ruso dependiente del estamento militar y más conocido por sus antiguas siglas, GRU, en una operación que «casi con certeza» fue aprobada por el líder del país, es decir, el presidente Vladímir Putin.

«El anuncio fortalece aún más nuestra intención de continuar desbaratando las actividades hostiles de las redes de inteligencia extranjeras en nuestros territorios», advirtieron los cinco mandatarios, quienes aprovecharon la ocasión para anunciar ya las primeras medidas de represalia. «Ya hemos acordado actuar para impedir las actividades del GRU gracias a la mayor expulsión de agentes no declarados». Los signatarios expresaron su «indignación» por lo sucedido y conminaron a Rusia a proporcionar información sobre el agente químico empleado en el envenenamiento, conocido como Novichok.

En Moscú, el portavoz presidencial, Dmitri Peskov, se revolvió con fuerza contra la idea de que las propias autoridades del país hubieran ordenado la misión, y destacó en una furibunda declaración que «ni el alto liderazgo, ni un líder a nivel inferior...han tenido nada que ver con los acontecimientos de Salisbury», ciudad inglesa donde fueron hallados inconscientes Skripal y su hija Yúlia.

PETICIÓN A INTERPOL

Con un intercambio de reproches in crescendo, empezó a media tarde (media mañana en EEUU), una reunión del Consejo de Seguridad consagrada al caso Skripal, en la que la embajadora británica, Karen Pierce, anunció de que solicitará a la Interpol la detención de losdos sospechosos, «para poder detenerlos y extraditarlos... si viajan alguna vez fuera de Rusia». Su homólogo ruso refutó las acusaciones usando un vocabulario similar al empleado en crisis anteriores: Londres está dominado, según su versión, por una «histeria antirrusa» a la que quiere arrastrar de nuevo a otros países. Ahora que ha identificado a los presuntos repsonsables, el Gobierno británico aspira a recabar la solidaridad de sus socios de la UE, al igual que sucedió en marzo, que ordenaron de forma coordinada la expulsión de diplomáticosrusos. En esta ocasión lo tendrá más complicado, habida cuenta de que en países tan importantes como Italia, fuerzas de ultraderecha con simpatías hacia Putin forman parte del Ejecutivo.