El fantasma de la iraquización de Afganistán empezó a asomar ayer entre la comunidad extranjera a consecuencia del secuestro de tres empleados internacionales de la ONU, ocurrido el jueves. La facción talibán Ejército de los Musulmanes se responsabilizó del rapto de Annetta Flanigan, de doble nacionalidad británico-irlandesa y casada con un español; del albanokosovar Shqipe Habibi, y del filipino Angelito Nayan. El grupo amenazó con matar a los rehenes si se recurre a la fuerza para intentar liberarlos.

"Se está evaluando la situación, pero por el momento nos limitamos a ir de casa al trabajo. El resto, nos está prohibido", indicó un responsable de la ONU. "Nuestros diplomáticos tienen prohibido desplazarse solos, sobre todo las mujeres", añadió una fuente diplomática occidental a la agencia France Presse.

"Es pronto para establecer comparaciones con Irak y nadie me ha dicho que piense irse del país, pero el secuestro supone un cambio en la situación que vivíamos hasta ahora, porque ahora no sabemos exactamente cuáles serán las consecuencias de lo ocurrido y si vamos a poder continuar nuestro trabajo", indicó Giovanni Porta, de la ONG AINA, dedicada al desarrollo de medios de comunicación independientes.

A PLENA LUZ DEL DIA Los tres empleados de la ONU, que trabajaron en la organización de las elecciones presidenciales, fueron secuestrados el jueves en Kabul a plena luz del día, cuando fueron abordados por un grupo de hombres armados que se los llevaron en un todoterreno. Se trata del primer secuestro de este tipo ocurrido en la capital afgana desde diciembre del 2001.

Un portavoz de los secuestradores amenazó ayer con matar a sus rehenes si se lanza una operación armada contra ellos.