La última propuesta estrella de Bruselas aspira a blindar el Mediterráneo multiplicando hasta los 10.000 el número de policías de fronteras y dotando a la agencia Frontex de poder para desplegar misiones sin el consentimiento de los gobiernos. La iniciativa se discute por primera vez en la cumbre de jefes de Estado y de gobierno de la UE, que tiene lugar este miércoles y jueves en Salzburgo, pero ya ha levantado ampollas. El canciller austriaco y presidente de turno de la UE, Sebastian Kurz, acusó a España, Italia y Grecia de oponerse al plan por temor a tener que registrar a más inmigrantes.

«Algunos Estados miembros son todavía un poco susceptibles» con la idea de ampliar el mandato y «debemos convencerles», explicó el anfitrión de la cumbre en una entrevista publicada ayer por el Standard en la que asegura que los países del sur donde llegan los inmigrantes «no pueden estar realmente descontentos de que muchos de los recién llegados puedan continuar su ruta con toda discreción hacia Europa central».

Según Kurz, el problema no es solo de cesión de soberanía. «Tengo la sensación de que varios países no quieren fortalecer las fronteras porque al aumentar los efectivos de Frontex aumentaría el registro de inmigrantes haciendo más difícil ocultar el número real de inmigrantes… Es algo de lo que no se habla pero creo que está ahí», añadió durante una rueda de prensa en la cumbre previa del Partido Popular Europeo. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, no se pronunció públicamente sobre las declaraciones pero fuentes de Moncloa insistieron en que «España no está en contra de reforzar Frontex» y defendieron un «sistema flexible y complementario».

Llamada al orden

El tono acusador del austríaco choca con la llamada al orden del presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk. «Hay que terminar con el cruce de acusaciones. No podemos seguir divididos entre quienes quieren resolver el problema de la inmigración y quienes buscan réditos políticos», insistió desde Salzburgo abogando por dejar de lado la «retórica agresiva» porque las cosas avanzan por el buen camino. El número de inmigrantes irregulares ha caído de casi 2 millones en 2015 a menos de 100.000 este año, apuntó Tusk.