Nació alemana en 1929, era judía y murió apátrida en el campo de concentración de Bergen-Belsen en 1945. Aun así, Ana Frank salió la noche del lunes elegida entre los 10 finalistas que optan al título del holandés más grande de todos los tiempos , concurso honorífico que es emitido por un canal de televisión de Holanda y que ha intentado que Ana Frank lograse a título póstumo la nacionalidad holandesa. Un intento polémico y en vano, porque la ley no lo permite.

Pese a que nunca fue holandesa, nadie discute su presencia, como única mujer, entre los 10 finalistas --los más votados por los espectadores de una lista de 202 candidatos-- y entre quienes se encuentran famosos como los pintores Rembrandt y Van Gogh, el filósofo Erasmo, el gobernante y padre de la patria Guillermo de Oranje, el político extremista asesinado Pim Fortuyn y sólo una persona viva, el exfutbolista Johan Cruyff. Concursos semejantes ya se celebraron en Inglaterra y Alemania, donde vencieron Winston Churchill y Konrad Adenauer, respectivamente.

Traicionados y deportados

La polémica surgió en Holanda cuando los productores del programa propusieron hace dos semanas que Ana Frank obtuviese la nacionalidad holandesa, casi 60 años después de su muerte. Ella llegó con su familia a Amsterdam en 1933, huyendo de la persecución de los judíos en la Alemania nazi. En 1941, una ley alemana retiró la nacionalidad a todos los judíos que habían abandonado el país. Poco después, en plena segunda guerra mundial, Ana Frank tuvo que esconderse con su familia en una azotea en Amsterdam, donde escribió su imponente diario. Fueron traicionados y deportados, y sólo sobrevivió su padre, Otto.

Los productores del concurso, emitido por la emisora católica KRO, basaron su petición de nacionalización en un párrafo del diario. "Esa noche sabía que tenía que morir. Esperaba a la policía, estaba dispuesta, como los soldados en el campo de batalla. Quería sacrificarme por la patria, pero ahora, ahora que me han salvado, ahora mi primer deseo después de la guerra será que me dejen ser holandesa", escribió la joven. Según una portavoz del programa "Ana Frank dijo varias veces que le gustaría ser holandesa. Sería maravilloso si lo lográsemos ahora".

Petición política

Rápidamente, varios políticos se sumaron a la petición, que por historiadores fue tildada de frívola, porque procedía de un programa de televisión. En el Parlamento holandés se pidió que se estudiara el caso, tan excepcional como la propia historia de Ana Frank. El Gobierno, sin embargo, no dio opción, sencillamente porque la ley sólo permite la nacionalización a personas vivas.

Además, había otros argumentos que pesaban, según el ministro de Justicia, Jan Hein Donner, que duda si Ana Frank se hubiera salvado de la muerte en Bergen-Belsen si hubiera tenido pasaporte holandés. "En aquella época, en Holanda no fuimos muy generosos con los que regresaron ni a la hora de otorgar la nacionalidad. Lo que más me preocuparía es que ahora diésemos la nacionalidad a título póstumo a Ana Frank y que apareciera alguien --una chica judía de orígen alemán que sí sobrevivió-- que nos diga: ´Yo pedí la nacionalidad, pero no me la dieron´. Nos moriríamos de vergüenza", se sinceró el ministro.

Aun así, Ana Frank será una de las favoritas en la elección. Todo el mundo la considera holandesa y su diario es el libro holandés más vendido y traducido en el mundo: más de 30 millones de ejemplares en 60 idiomas.