Los jefes de Estado y de Gobierno del G-8 adoptaron ayer la Asociación para el Progreso y el Futuro Común con la Región del Gran Oriente Próximo y el Norte de Africa , un plan en el que había puesto mucho empeño George Bush, dada su intención de "extender la democracia" en la zona. Su proyecto encontró reticencias de varios países árabes. El presidente francés, Jacques Chirac, declaró que esos países "no necesitan misioneros de la democracia" y pidió que se impulse la Hoja de ruta del conflicto palestino-israelí.

El plan intenta alentar la reforma interna en la zona a través de varios proyectos sobre derechos de la mujer, asuntos electorales, libertad de prensa y ONG. Incluye, asimismo, un programa de asistencia financiera por el que Washington ya ha financiado con 200 millones de euros iniciativas democráticas en la región. Además, hay planes de alfabetización y de foros públicos.

La formulación del plan, que la Casa Blanca retocó después de que se filtrara hace meses y enfureciera a líderes árabes, sigue siendo rechazada por algunas naciones afectadas, que lo consideran un intento de imponer cambios desde el exterior. Ese rechazo explica que los líderes de Egipto, Arabia Saudí, Marruecos, Kuwait y Pakistán no estén en Sea Island, donde los de Jordania, Turquía, Afganistán y Yemen sí se reunieron ayer con el G-8.