El presidente palestino, Yasir Arafat, minimizó ayer las amenazadoras declaraciones del primer ministro israelí, Ariel Sharon, en las que desaconsejaba a cualquier empresa de seguros que expediera una póliza de vida a Arafat. "Yo no estoy preocupado por mí. Yo sólo pienso en nuestro pueblo, en nuestros niños, en nuestras mujeres, en nuestros estudiantes y en nuestros lugares santos", proclamó el rais en Ramala.

El Gobierno de Sharon ya aprobó el pasado mes de septiembre deshacerse de Arafat, y entonces sólo les faltó marcar en rojo un día en el calendario. Desde hace más de dos años, casi no pasa semana en la que algún militar o ministro israelí amenace de muerte a Arafat.

Pero el calendario lo marca EEUU, y tras la explícita amenaza de Sharon, la Casa Blanca dejó claro de nuevo que no está por la labor de que el lobo, finalmente, devore a Arafat. Rusia y Jordania se unieron ayer a las condenas de las amenazas. El Gobierno de Ammán fue especialmente duro y advirtió de que cualquier acción contra la vida de Arafat tendría "consecuencias impredecibles" y, de paso, condenó el asesinato del líder supremo de Hamás, el jeque Ahmed Yasín.

Mientras, casi dos semanas después del asesinato de Yasín, Hamás se anotó su primera venganza. En la madrugada de ayer, un activista armado con fusiles y granadas se infiltró en el asentamiento de Avnei Hefetz, cerca de Tulkarem, y asesinó a un colono e hirió a su hija de 14 años antes de ser abatido por el Ejército israelí. Y en Naplusa, unas 40 personas, según fuentes palestinas, fueron detenidas en otra incursión militar israelí.