Irlanda del Norte vive un momento de especial tensión. Las últimas ocho noches en Belfast han estado marcadas por fuertes disturbios entre manifestantes y la policía. Los incidentes en esta provincia bajo control británico son los peores en años y ponen en relieve el malestar de parte de la ciudadanía con Londres y con el primer ministro, Boris Johnson.

Desde hace más de una semana, las protestas han dejado decenas de heridos y detenidos y han llevado a todos los grandes partidos norirlandeses y británicos a pedir acabar con la violencia y pasar al diálogo político. ¿A qué se deben esos disturbios?

Inicialmente los participantes en las protestas eran en su mayoría unionistas y protestantes fieles a la corona británica pero luego se extendió a los barrios católicos republicanos, favorables a una reunificación de Irlanda.

En las filas unionistas hay enfado y la sensación de haber sido traicionados con el acuerdo del Brexit firmado entre Londres y la Unión Europea (UE), que pretende evitar, con disposiciones especiales, poner en cuestión la paz firmada en 1998 entre unionistas, mayoritariamente protestantes, y republicanos, mayoritariamente católicos.

Engañados por el Brexit

Para evitar el retorno de una frontera física entre la provincia británica y la República de Irlanda, miembro de la UE, se realizan controles en los puertos norirlandeses, algo que el ahora premier? Johnson prometió que no sucedería durante la campaña a favor de salir del club comunitario. Pero estos nuevos acuerdos interrumpen los suministros y son denunciados por los unionistas como una frontera de facto entre Irlanda del Norte y Gran Bretaña.

Para Katy Hayward, experta en el Brexit de la Queen's University Belfast, tras restar importancia a este protocolo sobre Irlanda del Norte antes de que entrara en vigor el 1 de enero, Boris Johnson está pagando ahora el precio. "Ha tenido consecuencias. Hubo una falta de preparación por parte de las empresas para los nuevos controles, y una falta de preparación en el terreno en Irlanda del Norte de las implicaciones", dijo a la AFP.

La UE señala que el primer ministro británico era muy consciente de estas consecuencias y que corresponde al gobierno británico resolver los problemas. Mientras la UE insiste en que el protocolo está aquí para quedarse, la líder del gobierno local, Arlene Foster, del Partido Unionista Democrático (DUP), pide que se elimine.

¿Solución política?

Muchos señalan con el dedo a Boris Johnson, que defendió una ruptura radical con la UE -una posición apoyada por el DUP-, lo que dejó poco margen para el compromiso después de que asumiera su cargo en Downing Street en julio de 2019.

En un debate de urgencia celebrado el jueves en la Asamblea de Irlanda del Norte, la ministra de Justicia norirlandesa, la centrista Naomi Long, denunció las promesas incumplidas del gobierno británico.

Por parte de los unionistas, el trato diferenciado de Irlanda del Norte dentro del Reino Unido está alimentando un sentimiento de agravio, que se suma a las tensiones existentes.

El portavoz de la Comisión Europea, Daniel Ferrie, afirmó por su parte que la UE está "dispuesta a encontrar soluciones rápidas y pragmáticas", pero subrayó que ambas partes deben respetar el protocolo.