El primer ministro israelí, Ariel Sharon, cargó ayer con dureza contra la decisión del Tribunal Internacional de La Haya de declarar ilegal, según el Derecho Internacional, la construcción del muro de separación en Cisjordania. Aprovechando que una hora antes de la reunión semanal del Consejo de Ministros un atentado con bomba mató a una soldado de 19 años e hirió a 30 personas más en una estación de autobuses de Tel-Aviv, Sharon afirmó que el atentado "fue el primero auspiciado por el dictamen del Tribunal Internacional". El hecho fue reivindicado por las Brigadas de Mártires de Al Aqsa, el brazo armado de Al Fatah.

"Quiero que quede bien claro que Israel rechaza categóricamente la sentencia del Tribunal Internacional de La Haya", dijo Sharon a sus ministros, antes de calificar el fallo de "inmoral, peligroso y bofetada en la cara de la lucha mundial contra el terrorismo". Un Sharon desatado acusó a los jueces de "alentar el terrorismo y de impedir a los países defenderse" y de haber tomado una decisión "imparcial, basada en motivos políticos y que ignora el motivo para construir la valla: el asesino terrorismo palestino".

SEGUIR CON LA BARRERA Horas más tarde, en una reunión con los principales ministros de su Gobierno para analizar el fallo del Tribunal de La Haya contrario al levantamiento de la barrera, el primer ministro ordenó que los trabajos para construir el muro continúen en el marco de la sentencia del pasado 30 de junio del Tribunal Supremo israelí, en la que se afirmaba que la barrera es legal, pero que su trazado debe encontrar un equilibrio entre las necesidades de seguridad y los derechos de los palestinos. Basándose en esa sentencia, el Tribunal Supremo ordenó ayer detener la construcción del muro en dos zonas de Cisjordania a partir de los recursos de amparo presentados por dos asociaciones de derechos humanos.

El atentado que Sharon utilizó demagógicamente como arma arrojadiza contra el tribunal --el primero en territorio israelí desde el pasado mes de marzo-- sucedió alrededor de las siete de la mañana, cuando una bomba estalló al paso de un autobús junto a la estación central de Tel-Aviv. El artefacto estaba escondido en unos arbustos junto a una parada y fue accionado a distancia cuando un autobús se acercó. La policía investigaba mediante qué mecanismo fue activada la bomba.

INSINUACIONES DE ARAFAT En Ramala, el presidente palestino, Yasir Arafat, condenó el ataque contra civiles, pero por sus características --por la fecha, por la escasa potencia del explosivo y porque no se trató de un atentado suicida-- insinuó que no fueron palestinos quienes lo llevaron a cabo, sino que se trató de una "provocación" para frustrar el fallo del Tribunal de La Haya. "Ustedes saben perfectamente quién está detrás de estos actos. Israel lo sabe, los americanos lo saben y los europeos lo saben", dijo el rais a la prensa. El primer ministro, Ahmed Qurei, evitó pronunciarse sobre el atentado y afirmó que "no habrá paz mientras el muro siga en tierras palestinas".

En cualquier caso, la actividad en Ramala ayer estaba centrada en la estrategia palestina en la ONU tras el fallo de La Haya. Según fuentes oficiales palestinas, la Autoridad Nacional Palestina (ANP) ha decidido llevar el tema del muro por ahora sólo a la Asamblea General y no al Consejo de Seguridad, donde dan por hecho el veto de EEUU. "No es inteligente ir ahora al Consejo de Seguridad porque no queremos provocar a los americanos, especialmente durante una campaña electoral. Es mejor esperar a después de las elecciones", declararon estas fuentes.