Al menos 27 personas resultaron ayer muertas y decenas heridas en Faluya, a unos 50 kilómetros al oeste de Bagdad, en la batalla campal que se produjo cuando una cincuentena de hombres armados con lanzagranadas y ametralladoras asaltaron la comisaría de policía de la ciudad. Durante la refriega, en medio del caos y la confusión, un número indeterminado de prisioneros (según algunas fuentes podrían llegar a 70) huyó de las dependencias policiales donde permanecían arrestados.

La de ayer fue una de las acciones más audaces de los insurgentes iraquís que, casi simultáneamente pero con menos éxito, intentaron atacar también el cuartel del Cuerpo de Defensa Civil Iraquí y la municipalidad. Dos policías murieron frente a la sede del ayuntamiento. Pero la mayoría de las víctimas se produjeron en el asalto a la comisaría.

El incidente se produjo poco después de las ocho de la mañana. Los asaltantes rodearon la sede y dispararon por tres de los cuatro lados del edificio. "Nos pillaron por sorpresa. Aprovecharon el momento en que estábamos haciendo el cambio de turno", declaró a este diario Moyad Htemi, uno de los agentes que resultó ileso.

PEOR SUERTE Muchos de sus compañeros no tuvieron tanta suerte. La mayoría de las víctimas son policías, aunque también murieron cuatro de los asaltantes. Otros dos fueron detenidos. "Uno de los asaltantes muertos era libanés", explicó Htemi.

Los atacantes, mejor armados y al parecer mejor entrenados que los agentes de la nueva policía iraquí, lograron penetrar en el edificio y controlar la situación. "¿Qué podíamos hacer?", se lamentó un policía, que no quiso dar su nombre pero que no ocultó su sentimiento de humillación. La fachada de la comisaría presentaba numerosos impactos de balas y de morteros.

Cuando las fuerzas de EEUU llegaron al lugar de los hechos era ya demasiado tarde y los insurgentes habían huido. Horas después, los soldados estadounidenses patrullaban aún las calles adyacentes y realizaban un peinado de la zona.

LAS CRITICAS "Los norteamericanos no nos ayudaron; no nos prestaron ningún apoyo. Nosotros les veíamos a lo lejos", se lamentó Husein Alí, uno de los policías que resultó herido. Desde su cama del hospital de Faluya, Alí --que tenía incrustadas cinco balas en su pierna y perdió un dedo de la mano derecha-- explicó que los tres agentes que le acompañaban murieron y él fue el único superviviente de una patrulla que acababa de salir del edificio. "A pesar de todo, cuando me recupere seguiré en la policía", aseguró.

El ataque de ayer --el tercero contra las fuerzas de seguridad iraquís esta semana-- es muy significativo, ya que pone de manifiesto que estas nuevas fuerzas de seguridad creadas en la transición, mal equipadas y entrenadas a toda prisa, ni siquiera pueden defenderse a sí mismas. Este hecho resulta más que alarmante a pocos meses de la prevista transferencia de poderes por parte de la coalición militar ocupante a las autoridades iraquís.