Siguiendo los pasos del Parlamento británico y del Congreso de los Diputados español, la Asamblea Nacional francesa ha aprobado este martes por 339 votos a favor y 151 en contra una resolución presentada por el grupo socialista invitando al Gobierno galo a reconocer al Estado palestino.

El objetivo de la propuesta es «lograr una solución definitiva del conflicto» árabe-israelí que permita «la creación de un Estado palestino, soberano y democrático, viviendo en paz y seguridad junto a Israel con las fronteras de 1967 y Jerusalén como capital de los dos estados».

Como en el caso de los textos legislativos aprobados en Londres y Madrid, el de la Cámara baja francesa tiene un alto valor simbólico pero no es vinculante para el Ejecutivo, que es quien tiene la potestad última para reconocer al Estado palestino.

El principal grupo de la oposición, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), llegaba dividido al debate y se orientaba hacia la abstención, pero finalmente votó en contra siguiendo la línea de Nicolas Sarkozy, recién elegido presidente del partido y que este martes se reunió con su grupo parlamentario.

CRÍTICAS DE LA UMP

El portavoz de la UMP en el debate, Christian Jacob, criticó la iniciativa al considerarla un síntoma de la «debilidad» de François Hollande en el terreno de la política exterior y dudar de sus efectos benéficos sobre el proceso de paz.

También votaron en contra los diputados centristas, alegando que la resolución podría poner a Francia «en una situación delicada» al no haber concertado la propuesta con el resto de socios europeos.

IZQUIERDA RADICAL

Algunos diputados de la izquierda radical se abstuvieron al entender que la fórmula usada en la resolución era más bien una «orden» al Ejecutivo y que era mejor opción apoyar una Conferencia internacional sobre Palestina.

Los ecologistas, que se unieron al grupo socialista desde el principio en defensa del texto, lo justificaron como un medio para evitar que el proceso de paz llegue a punto muerto. Por último, los comunistas hablaron del «derecho histórico de los pueblos» a conducir su propio destino.

El texto, que será examinado por el Senado el próximo 11 de diciembre, ha sido duramente criticado por el Gobierno israelí. El Ejecutivo de Binyamin Netanyahu lo ve como una injerencia y considera que el Parlamento francés comete un «grave error».